Acabo de leer
un artículo, que acompaña a una petición de Amnistía Internacional, por la
libertad sin cargos de la labor periodística y de investigación de Julian
Assange. Como saben Julian Assange es el fundador de Wikileaks, y a través de
él hemos podido conocer muchos de los crímenes de guerra cometidos por EEUU.
Por lo que EEUU emitió una orden de captura y extradición contra Julian, y como
el personaje llevaba siete años refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres,
fue arrestado en abril del año pasado por la policía británica. Desde entonces
ha permanecido arrestado en la prisión de alta seguridad de Belmarsh de Reino
Unido. En estos tiempos de pandemia se teme pueda ser contagiado de coronavirus
y Amnistía Internacional ha iniciado la campaña para lograr su libertad.
La acción que
pretende castigar EEUU, nos aleja a la ciudadanía de saber qué hacen nuestros
gobiernos, nos privan del derecho a conocer y coartan el derecho de expresarse
libremente los informadores y periodistas. Llegados a este punto, vuelvo a
enojarme con el distanciamiento que, una vez y otra, ponen los políticos entre
ellos, sus maquinaciones y la ciudadanía que les sustenta. Es un esfuerzo por
alejarse y mantener su conducta de fuerza y poder sobre el resto de la
población, olvidando que es la ciudadanía la que pone los dineros para que el
sistema, su corrupto sistema, pueda seguir existiendo y ellos robando,
malversando y haciendo negocios, o ejerciendo su tráfico de influencia.
No quieren que
conozcamos la verdad, solo unos pocos privilegiados pueden saber qué se cuece
en las cloacas de los Estados del mundo. Si alguien accede a cierta información
y osa publicarla, que se agarre bien los machos porque tratarán de quitarle de
circulación, sea como sea, incluso con el uso del Polonio como ocurrió a
ciertos espías rusos. Este es el caso de Julian, quien ha osado a difundir
información que EEUU no se había dignado a desclasificar porque no quería que la
gente supiera de sus tramas hacia el resto del mundo. No digo que alguna
información puntual no sea necesaria mantenerla en secreto para no exponer la
seguridad nacional, pero es que sabemos que muchos Estados mantienen
información por conveniencia de las cosas tal como están establecidas, y no
porque pongan en peligro de guerra una nación. Hay millones de documentos que
amparan testimonios de vida extraterrestre, contactos con alienígenas, con
naves, incluso accidentes o derribos de algunas de ellas, análisis de
materiales y tecnologías, que siguen ocultando a la población mundial. Nos
tratan como sus súbditos y como inmaduros, juegan con nosotros, imaginan que no
damos el nivel suficiente para entender que hay un montaje de conveniencia que
en muchos puntos no se ajusta a la realidad existente. Sabemos que no somos los
únicos en la galaxia y que si somos muchos diferentes no puede comenzar la vida
como la religión nos hizo saber. Entendemos que se cae todo el montaje de Dios
y todas esas creencias de apariciones de las que se ha valido la potencia
económica de la Iglesia.
Con mucha de
la información que desean no vea la luz desean evitar el temor de represalias,
es lo que puede justificar que no se difunda la mierda de los gobiernos. Muchos
países pueden descubrir la verdad de lo que hizo otro país, cómo se saltaron las
recomendaciones de Naciones Unidas, cómo no se respetaron las vidas de personas
inocentes, cómo se mató indiscriminadamente, cuánto daño se produjo, qué se
perseguía, cuándo y quién daban las órdenes, cuál fue el verdadero motivo de
ciertas invasiones. Comprendo que saber puede dejar en muy mal lugar a todos
aquellos que han cometido atrocidades en el mundo, y han hecho pagar un precio
muy elevado a otros.
Si partimos de
que ningún gobierno debiera reservarse información para sí mismo, más que la
absolutamente necesaria para la defensa de su territorio y de su población,
nadie debería ser castigado por dar a conocer todo lo que es reservado por interés
de unos pocos y no de las naciones. La ciudadanía mundial tiene derecho a saber
y conocer qué se hace con su dinero, qué traman sus gobiernos, qué saben sus
gobernantes… ¡todo debiera estar desclasificado, excepto lo necesariamente
imprescindible!
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