La bondad de las monjas del
Convento de Santa Clara, de la localidad de Carmona, en Sevilla, es infinita,
exquisita y amorosa. Las monjas de este convento, en su mayoría proceden de
Kenia, por tanto son dulces criaturas de color, que desbordan alegría y felicidad,
esbozando todo el día una sonrisa en sus caras, unos gestos suaves y una
positividad maravillosas.
A pesar de ser monjas clarisas
franciscanas de clausura, mantienen el convento abierto para su visita
turística, por petición y acuerdo llevado a cabo con los entes promotores del
turismo en Carmona, de lo cual se pueden beneficiar todos los visitantes que lo
deseen. Este es el contacto de las monjas con las personas ajenas a la
comunidad, y les digo que es difícil no sentir algo especial por estas bellas
criaturas.
Quien visita este convento, sepa
que está visitando el convento más antiguo de Carmona, data de 1460 (S. XV), y
que su construcción se alargó hasta el siglo XVIII, por lo que en él se pueden
apreciar elementos constructivos de estilo mudéjar, como es la nave central con
su artesonado de madera, que cubre la nave. El Presbiterio es más reciente,
1645 (S.XVII), en el que se puede apreciar el techo compuesto por una bóveda de
crucería de estilo gótico, así como un retablo de madera maciza y tallas del
arquitecto y escultor cordobés: Felipe de Ribas. En el presbiterio se pueden
observar azulejos, de cuenca y de cuerda seca, de estilo mudéjar del S. XVI.
Se puede visitar los dos coros:
el de arriba y el de abajo, desde donde las monjas asistían a los diversos
oficios, pues al ser de clausuras no se mezclaban con los vecinos que asistían
a los cultos, sino que lo hacían tras las rejas o celosías de los coros. A
través del coro de abajo se accede al Claustro, un gran patio porticado con
arcos semicirculares apoyados sobre columnas. Paseando por el claustro se
pueden contemplar diversos altares pequeños presididos por diferentes tallas. Alrededor
del claustro se encuentran las dependencias de las monjas, donde hacen su vida
diaria, y por supuesto no son visitables.
La torre que preside al Convento
también es visitable, y en las diferentes plantas, o cuerpos, que componen la
misma, se han habilitado pequeñas pinacotecas de pintores carmonenses de la época,
como son: Carmen Vega y José Arpa, que han reproducido el estado en que se
encontraban, antaño, algunos rincones de Carmona. Desde la parte más alta de la
torre se tienen unas vistas aéreas de la zona que rodea al convento. La torre y
la fachada actual del convento son del S. SVIII, y corresponden al barroco
tardío.
A todo lo dicho hay que añadir,
que las monjas son excelentes reposteras, y que durante todo el año venden sus
exquisitos dulces elaborados con ingredientes naturales y lo que aún es más
importante con todo el amor del mundo, por lo que son muy recomendables. Al
mismo tiempo significa una pequeña entrada de dinero para poder mantener las instalaciones,
así como para poder cubrir las necesidades básicas de la comunidad de monjitas.
Desde Carmona con mucho amor,
para el resto del mundo. Si alguna vez tienen oportunidad de viajar a Sevilla,
no dejen de visitar Carmona, una ciudad con un patrimonio monumental de los más
importantes de España, tanto por su calidad como por el gran número de ellos, y
con la comodidad de encontrarse a poca distancia unos de otros. No le hará falta
moverse en automóvil, un paseo placentero por el casco antiguo de Carmona, pone
a sus pies cinco mil años de historia.