Unión, amor, colaboración,
respeto, cambiar los pensamientos, tener proyectos para asegurar el bienestar,
o al menos trazar una dirección perseverante en el desarrollo y el bien común.
No hay otro modo de vivir en paz.
No vale la rivalidad por los
motivos que fuere, no vale el separatismo ni la dispersión, solo sirve arrimar
el hombro en un objetivo humanitario, mundial, universal. Tenemos que darnos
cuenta ya, no podemos seguir perdiendo el tiempo y destrozando vidas.
Esto es un llamamiento para cada
uno de nosotros, para cambiar el chic, como se suele decir, porque es
necesario. La sociedad se está moviendo en las arenas movedizas del engaño
colectivo, de la falsedad, de la desaprensión y la desconsideración, del desamor
y de la falta de los más elementales valores.
Necesitamos ser inteligentes y al
mismo tiempo coherentes, y que en esta coherencia podamos completarnos sin
egoísmo. No podemos seguir caminando cada uno con nuestros asuntos, queriendo
solucionar nuestros problemas al margen de los demás. Somos gotas de agua del océano,
y las mareas nos afectan a todos, las olas nos mueven a todos, no podemos
negarnos a ser gotas del océano.
Las personas hacemos cosas de las
que nos arrepentimos, decimos cosas de las que, igualmente, sentimos pesar por
haberlas pronunciado, y es que debemos comenzar a ser más prudentes, más
tolerantes con los demás, más honestos con nosotros, no digamos lo impecables
que deberíamos ser con los demás, y continuar hasta desembocar en el amor. Único
salvoconducto para salir indemne y con la cabeza bien alta, de esta existencia
manipulada a la que debemos poner fin.
Voy a seguir sugiriendo un estilo
de vida más acorde con este sentir mío. Continuaré, porque estoy convencido de
que nosotros no estamos aquí para pelear, rivalizar o engendrar odio, terror o
dolor. Tenemos el potencial de crear, de generar el bien, y como somos
inteligentes tendremos que elegir con sabiduría aquello que no haga daño, que
no genere consecuencias negativas para otros. Debemos aprender a crecer, a
vivir cada día más plenamente, con más amor, y aprovechando nuestro tiempo para
construir, para aportar para todos nosotros.
La inteligencia también ha de ser
coherente con la naturaleza, porque ella no se ha apartado del centro de lo que
es, pero muchos no hemos sabido emplearla adecuadamente, otros muchos engañan
todo el tiempo, destruyen, horrorizan, se muestran insensibles en sus actos, y
esto es un retroceso en nuestra condición de seres gregarios, acostumbrados a
vivir en sociedad desde los tiempos remotos.
Lo malo surge del error si tuviéramos
que hacer distinción entre bueno y malo. Tal vez las cosas solo son lo que son,
ni de un color, ni de otro, pero no podrán negar que hay decisiones en estos
tiempos, muy desacertadas para una gran mayoría y beneficiosas para una
minoría. ¿Es este el camino?, me temo que estamos viviendo el grado superlativo
del egoísmo, que pone de manifiesto el desprecio que unos sienten por otros muchos,
y vuelvo a insistir que así no progresaremos. Las ciencias avanzarán pero la
humanidad no saldrá de la miseria, acercándose a su autodestrucción.
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