La política española nunca ha
sido clara, sino todo lo contrario, diremos que ha sido convulsa por causas
diversas, pero lo que tenemos últimamente podríamos titularle el record guinnes
de la chapuza de la gestión pública. Insisto en que siempre ha sido parecida, o
sea plagada de irregularidades administrativas: dineros que se esfuman,
colocaciones a dedo, despachos cedidos para hacer negocios privados, y un sin
fin de privilegios más. No obstante, y tal vez por la agilidad informativa actual,
la política se ha convertido en un macro escándalo.
Cuando llegan noticias de los
países vecinos, por la mitad de la mitad, el político avergonzado dimite, se
va, deja la política activa, se humilla delante de su pueblo. En España, y como
se dice vulgarmente: “no se van ni con agua caliente”, es rara la semana donde
no vea la luz algún episodio, claro exponente de la desfachatez, la arrogancia
y la prepotencia de muchos de los políticos dirigentes de unos y otros
partidos. En particular, el año y medio de gobierno del PP, no tiene nombre,
tanto despropósito junto es innombrable, tanta mentira en tan poco tiempo sienta
como un cólico, es indigerible, y a pesar de todo, nadie dimite.
Me da igual la izquierda, me da
otro tanto de la derecha, en el plan actual no me sirve ninguno de ellos, con
un cambio de actitud podrían valerme cualquiera de ellos, no obstante estos han
sabido rebosar el vaso, que en los cuarenta años anteriores ya se habían
encargado de ir llenando todos los que han participado en los gobiernos de la
nación.
Se han jactado de hablar de las
reglas del juego, esas que ellos han sabido establecer para blindar sus
privilegios frente a las condiciones del resto de los ciudadanos. No les han
importado llamarle juego, porque más bien pareciere que estén jugando.
Hincharon una burbuja inmobiliaria que aportó un falso estado de bienestar, del
que unos pocos sacaron un gran partido como sus cuentas en Suiza lo demuestra,
para vivir una recesión sin parangón en nuestro país, a no ser que nos remontáramos
a los tiempos casi de la postguerra.
Todos conocemos el número de
desempleados, el más alto de la historia de la democracia en nuestro país. Los
trabajadores tenemos las peores condiciones laborales de los últimos tiempos,
los salarios son los más bajos, los despidos los más baratos, las prestaciones
se han reducido o quitado, no se atienden los pagos a los proveedores,
desaparece en Andalucía el dinero para paliar el paro y dar formación a los
desempleados, así como para promover planes de emprendimiento. Se hacen ERES
falsos donde se meten en ellos a familiares y conocidos de los altos cargos de
la política, que nunca trabajaron en las empresas a las que se les autorizaban
los ERES.
Además de todo lo esbozado, han
ido privatizando ciertas empresas del mundo de la energía y las
telecomunicaciones, poniéndolas en manos de amiguetes, por cantidades
irrisorias, pactando sus puestos de trabajo para cuando van dejando sus cargos
políticos. Pasando a ser nombrados consejeros, sin estudios específicos del
tema, nada de gente brillante, pero acceden de forma digital, por la gracia del
dedo, a puestos de esos que basta con tener una chaqueta colgada en el
despacho, y por donde nunca o casi nunca se aparece, pero que te reporta una
suculenta cantidad de dinero mensualmente. De esas que usted o yo no la vamos a
cobrar en toda nuestra vida laboral. Ellos si pueden, Obama lo dice: “We can”,
lo que traducido es: “Nosotros podemos”, y efectivamente ellos pueden porque
legislan a medida para ellos, porque gobiernan para tener la manga ancha para
sí, sus allegados y sus amigos.
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