La vida es lo que es, ahí no
tengo duda alguna, es la energía universal compartida que mientras nos asiste
da lugar a que las funciones inteligentes de nuestro organismo o cuerpo, se
realicen con un cierto orden. Es así hasta un punto, porque nosotros con nuestros
hábitos más o menos saludables interferimos en la calidad del trabajo del
cuerpo.
El misterio para mí es conocer
por qué si es una energía universal, que siempre está ahí y que compartimos
todos los seres humanos, como lo confirma la experiencia de vivirte desde la
energía que eres, llega el momento en que dejamos de estar asistidos por ella.
Al menos es como si siempre fuéramos,
desde el punto de vista energético, pero pereciéramos desde el punto de vista
corporal, desde la mera materia. Es como si esta, que en el fondo es otro tipo
de energía más grosera, estuviera alimentándose de aquella otra, pero
transmutase en un momento determinado de su existencia. Cómo explicamos que una energía coordinada
con otra, o bien podemos decir que una energía parasitaria de otra, deja de
serlo, se desconecta, pero ¿se pierde? Esto parece imposible según lo que
sabemos, pues siempre han dicho que la energía ni se pierde, ni se destruye,
sino que se transforma.
Cuando alguien muere, su cuerpo
yace tal cual unos minutos antes, pero
sus funciones, al menos muchas de ellas dejaron de cumplir sus objetivos
vitales, ya no van, se ha producido un fallo de algún tipo que ha parado la
máquina inteligente. Ese fallo ha provocado que el cuerpo haya tenido que desconectarse
de la fuente de energía universal, pero ¿verdaderamente se ha producido tal
desconexión?, ¿si se aplicaran técnicas físicas, de cirugía y de reanimación,
podría hacerse que ese cuerpo marchara de nuevo?, ¿se podría devolver la vida a
una persona fallecida?
La sociedad aparentemente protege
la vida de los ciudadanos, pero realmente hace muy poco en el sentido de tratar
de devolverles la vida a las personas. Tal vez interpreta que no es ético
hacerlo, tal vez intercede la iglesia para que no se haga, o bien existen
intereses de algún tipo porque se dispararía la población mundial, con sus
repercusiones; o bien no existen medios científicos para llevarlo a cabo con
éxito.
Yo no estoy seguro de casi
ninguna de las ideas expuestas, pero las dejo en el aire, es posible que casi
ninguna sea verdad en su totalidad, pero es posible que casi todas puedan ser
verdad un poco. No es cuestión de perpetuarse, es cuestión de conocimiento, de
saber la verdad: ¿se puede tratar al cuerpo como a una máquina, se pueden
sustituir órganos deteriorados y reanimar un cuerpo al que se le han parado sus
funciones vitales?
No penséis, ni caigáis en el
tópico de que estamos queriendo ser dioses, no se trata de eso aunque cada cual
es libre de pensar lo que le venga en ganas. El que haya visto a un Dios que
levante la mano, que venga y nos lo presente, ahora que queremos llamar Dios a
la energía inteligente de vida que somos todos, a mi me vale, pero no puedo
representarlo por un ser ni nada parecido, ni me creo la fantástica literatura
de la creación, ni voy a creer por miedo al castigo, ni historias de esas. Los
fanatismos del color que fueren son solo ideologías, tendencias mentales
aprendidas, nada que ver con nuestra realidad.
La humanidad terrestre tal vez en
la antigüedad fue auxiliada por habitantes externos, los cuales adquirieron la categoría
de dioses, de seres superiores o lo que sea, pero que la paranoia haya
alcanzado nuestros días tiene “tomate”. Y que maten por defender lo que solo
está en la mente de una parte de la población, que le llaman religión, y que en
nombre de ella asesinen a otras personas, esto ya no tiene nombre ni apellidos.
Por favor, un poco de cordura, preguntémonos:
¿a dónde vamos, a dónde queremos llegar?
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