Una
demostración más de que los poderosos se han aprovechado de la crisis, es el
caso de Volkswagen. Los alemanes, a los que se les presuponía, desde hace años,
un marcado carácter, distinguido por la seriedad, la rigurosidad, la honradez,
etc., también han sacado los pies del plato y se han sumado a la ola de
corrupción que asola al mundo.
Desde hace
unos años, los responsables de Volkswagen, han permitido poner en el mercado
mundial, millones de vehículos fraudulentos. Los responsables de la marca
anunciaban unas tasas muy reducidas de emisión de CO2, mientras sus
coches contaminaban treinta y cuarenta veces más. Esto ha sucedido en los
vehículos equipados con motores diesel, mediante un sistema electrónico que
servía para falsear los parámetros de contaminación por CO2. El
sistema con el que se dotaban los vehículos para conseguir el fraude, detectaba
cuando se estaban analizando los gases. En ese instante, los gases que se
liberaban no eran los de la combustión directa del motor, sino que se liberaban
otros, filtrados, que se encontraban en un deposito adicional, que para tal fin
se había dispuesto junto al motor.
Volkswagen
lleva años vendiéndose exitosamente en EEUU y, parece ser, que el fraude ha
sido descubierto por casualidad por una Universidad americana, que estaba
realizando un estudio de contaminación medioambiental. Al analizar un
Volkswagen diesel observó que los parámetros obtenidos sin mover el coche, no
se correspondían con los que arrojaba cuando el estudio se hacía en carretera.
Siendo en esta última la contaminación real del motor, treinta o cuarenta veces
más alta a la anunciada por el fabricante en la documentación técnica. Los
responsables de Volkswagen no han tenido más remedio que admitir públicamente
que trucaban sus vehículos y, que por tanto, son mucho más contaminantes.
Todo esto ha tenido
serias repercusiones de descredito para la marca. Una caída bestial del valor
de sus acciones en bolsa, lo que representan grandes pérdidas para la compañía.
Su Presidente, como máximo responsable ha tenido que dimitir. Más ahora, le
comenzarán a llegar fuertes sanciones, además de tener que correr con los
gastos de adecuar el motor fraudulento de todos esos millones de vehículos que
se mueven por el mundo. Lo que hará que se frenen sus inversiones previstas y
su expansión industrial y comercial.
Una vez más,
los ciudadanos somos victimas de la avaricia de los poderosos. En este caso,
Volkswagen lo hizo por ahorrar en cada automóvil 600 €, según he podido oír en
algún informativo; ¡con el precio que tienen los coches! ¿Podemos confiar en
los productos que compramos?, ¿nos están vendiendo las calidades que dicen
ofrecer?, ¿estamos disfrutando de las prestaciones que dicen tener sus
productos?
Siempre es lo
mismo, la ambición desmedida del ser humano engaña a la humanidad. La falta de
honestidad traiciona y engaña al resto de las personas inocentes, ajenas y sin
el conocimiento necesario para poder desenmascarar a los delincuentes. En este
caso el azar ha querido que el engaño quedara a la luz, ¿cuántos quedarán
ocultos?
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