Algo que
parece que pasamos por alto es que nuestra existencia es limitada. Por ello,
haz lo que te plazca hacer, lo que realmente te guste hacer. Comprendo, que
esto dicho así pueda suscitar discusión, pero es tan sensato como bajar la
cabeza y someterse por falta de horizontes o por cobardía. La senda marcada de
la trashumancia siempre está ahí para seguirla, el sentirse oveja siempre es
una opción disponible. Que todo te lo den pensado y proyectado para que no te
apartes de lo que muchos han llamado “normal”; nunca te va a faltar.
Sin embargo,
yo quiero que seas tú mism@. Que tú crees tu mundo, que decidas en qué deseas emplear
tú tiempo. Insisto en el “tú”, porque es tú vida, tú tiempo, el que vas
gastando, ¿lo comprendes? El proyecto te corresponde a ti y a nadie más. Sé que
no todo el mundo sino, más bien, unos pocos son los que se atreven a vivir; el
resto solo sobrevive. Mira para atrás y reflexiona sobre lo que ves, ¿te
gusta?, ¿cambiarías algo?; si tu respuesta a la segunda cuestión es afirmativa,
¿por qué no lo haces?
Nos inmoviliza
el miedo, que no es más que un pensamiento o una creencia de que las cosas van
a ir de un modo imaginado, pero que no tiene porque ser real ni tiene porque
suceder así. Solo lo sabrás si lo experimentas, si pones tus energías en ello.
Cuando lo haces todo se alinea para que lo consigas. Las cosas se comienzan a
movilizar en esa dirección para que se realice lo que quieres. Hay que creer en
tu empresa, en tu proyecto, hay que disfrutar con lo que se hace y lo demás son
regalos.
Si te
preocupas por otras cosas, si te apresuras por otras razones, las que sean;
dejarás de disfrutar cuando desarrolles tu proyecto y te acercarás al fracaso.
Lo que importa es estar convencid@s de lo que hacemos, porque es lo que queríamos
hacer. Porque es lo que, realmente, nos hace sentir plenos, porque creemos en
ello y nos sentimos eso, lo que sea. Eso es lo que importa, esa felicidad que
nos produce la acción misma; lo demás ya vendrá si tiene que venir. Nuestro
problema o interés ha de ser desarrollar lo que pretendemos o proyectamos y
confiar en la magia de la vida, ella pone siempre su parte.
Casi todos
necesitamos dinero, lo sé, pero ese no puede ser la espada de Damocles de
nadie. No podemos amargarnos por conseguirlo, porque mientras eso sucede
dejamos de vivir, de ser nosotros y nos convertimos en la misma preocupación.
El dinero llegará si tiene que hacerlo, pero lo que no te quitarán es vivir
plenamente cuando estás haciendo aquello en lo que crees y por lo que te
decidiste hacer libremente, por elección propia. Tu vida dirígela tú, que no te
la den hecha. Que nadie te diga hacia donde has de caminar. Busca y siente lo
que quieres hacer con tu tiempo. Es tu existencia y es un tiempo limitado. Lo
más importante que tienes. ¡Te deseo que
triunfes, que vivas, con todo el amor de mi corazón!
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