Es importante
estar ilusionado por algo, tener un hobby al que acudir cuando tienes tiempo
libre. Hay que posicionarse en la vida y establecer un objetivo, al menos,
direccionarse por un camino que te haga feliz. Hay que instaurar un orden de
prioridades para tener un pensamiento más concretado y menos disperso.
Hay que ser
valiente para, una vez conocido el destino elegido con la mente y el corazón,
seguirlo. Es importante que haya intervenido, además de la mente, nuestro
corazón, porque ha de existir el gozo, la alegría, en nuestro caminar.
Hacer esto
puede suponer distanciarse de otras cosas, e incluso de algunas personas, pero
solo nos podrán acompañar aquellas personas que comprendan nuestro camino,
hacia donde vamos y por qué vamos. Las demás personas se opondrán, serán un
freno, un lastre, tirarán de nosotros, no nos dejarán avanzar. Esas personas
hay que descubrirlas y hay que despedirse de ellas con respeto y amor, porque
ellas no nos entienden y tienen hojas de rutas diferentes.
Hay que parar
un poco y poner un poco de orden dentro. Hay que preguntarse para conocer qué
es lo que esperamos de nosotros, porque nadie puede hacer por ti lo que tú
debas hacer. Todos tenemos unas cualidades diferentes, un arte diferente, un
sentir diferente y, por tanto, un modo de expresión, en todos los sentidos,
diferente. Nadie puede suplir a nadie en esta existencia, nadie puede hacer el
trabajo interior que a otra persona le toca realizar. O sea, nadie puede crecer
por el otro. Las situaciones tienen que ser vividas por cada uno de nosotros, y
cuanto más sepamos fluir con lo que viene, y menos nos opongamos o resistamos,
menor será nuestro sufrimiento y mayor nuestra alegría.
Esto es fácil,
primero debemos saber a qué queremos dedicar nuestro tiempo, que es limitado. Y
si estamos seguros de estar sintiendo, no solo pensando que ese sería un modelo
idílico de pasar la vida, si no que es nuestro camino y nuestro objetivo; qué
hacemos que no estamos caminando ya. Todo lo que te impide marchar, moverte, es
tu mente, son cadenas inexistentes que te has fabricado, son miedos, que
vuelven a ser pensamientos de posibles resultados, que quizá nunca se den. La
loca de arriba nos lo hace pasar mal. Hay que descubrirla en medio de todo este
berenjenal, y darse cuenta de que somos algo más a parte de nuestra mente.
Somos la energía de vida que somos, que se une a la energía de vida que es todo
cuanto está vivo. Por tanto, no somos solo nuestros pensamientos y, menos aún,
los pensamientos impulsivos de una mente que se dispara sola, sin control.
Nosotros somos al margen de la loca de arriba, y tenemos que aprender a usarla
cuando nos haga falta reflexionar o calcular algo, pero sin olvidar nuestro
corazón, que es auténtico y tiene mucho que decir en nuestra historia de vida.
Por último,
recordarnos que somos únicos y originales, que no podemos perder esta condición
ni torcer nuestro camino, mucho menos, podemos dejar de vivirlo por estar
entretenidos con males inventados. Hay que ser valiente y caminar, seguir la
tendencia natural que emerge de nosotros, sin importar los resultados, los
beneficios, los premios ni los reconocimientos. No hay aprobación que me vaya a
llevar más lejos, ni rechazo o desaprobación que me vaya a parar en mi empeño.
¡Se feliz, te lo mereces!
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