En estos días,
en los que se habla tanto del éxodo de refugiados, se está introduciendo en las
tertulias un nuevo aspecto, que se ha tratado muy levemente. Me refiero a las
repercusiones que tendrá la acogida de los refugiados en la sociedad europea y,
sobretodo, en las condiciones laborales de un futuro cercano.
Están hablando
sobre la bajada de los salarios en los empleos, porque habrá a disposición de
los empresarios mano de obra, cualificada en muchas ocasiones, que van a
aceptar trabajar precariamente, con tal de obtener unos ingresos con los que
afianzarse en los países de acogida; en nuestro caso, aquí en España.
Ya han
referido que Alemania abrió sus puertas, por ese mismo motivo. Y lo que parece
denigrante es que el ámbito laboral caiga tan bajo. Siempre a la captura de una
circunstancia que le proporcione beneficios. Con este sistema empresarial tan
usurero, al final, todos nos veremos perjudicados. Ni tan siquiera los
refugiados tendrían que sufrir esa desconsideración y el no reconocimiento de
su valía. Si esto es así, ya podríamos estar hablando de alimañas en lugar de
empresarios. ¿Por qué se aprovechan de todo, son carroñeros o depredadores?
Los Gobiernos
podían remediarlo si fijaran un SMI digno, para que nadie pudiera trabajar por
debajo de ese salario. Otras muchas cosas quedan establecidas por los políticos,
¿en esto no pueden entrar? Ahora están ofreciendo trabajo temporal, a veces de
unas horas o de días, bueno, pero que abonen a razón de ese SMI digno que se
debería fijar. Siempre hablan del peligro de una Europa de varias velocidades,
cuando es una realidad que ya existe. Tenemos los países que juegan en la
primera división y los hay de regional, por usar unos términos futbolísticos.
¿Por qué no se igualan los SMI a los de los países europeos que más ganan? En
el cumplimiento del déficit si estamos obligados, en las mejoras, no.
Reitero que
con un SMI digno fijado por el Gobierno y con una inspección de trabajo que
funcione, se arregla el problema; trabajen los nativos o lo hagan los
inmigrantes, refugiados, etc. La amenaza vendrá de los empresarios, que querrán
seguir imponiendo sus condiciones de trabajo, y chantajearán a los políticos
con el cierre de sus empresas, y con incrementar el número de parados.
Es complicado
que el Gobierno mueva ficha, pues cuando los sindicatos fueron más fuertes y
planteaban luchas contra los empresarios; averiguaron la forma de anularlos
mediante la subvención pública. Facilitando a los dirigentes de los sindicatos
puestos estables y fiables, con remuneraciones altas, buenas subvenciones, dándoles
ciertos poderes y abonando algunos gastos. Al final, se los llevaron consigo y
se terminaron las luchas, las protestas y la verdadera protección de los
trabajadores.
Actualmente,
estar afiliado a un sindicato no significa nada o casi nada. Hace años, cuando
un trabajador se encontraba en una situación de acoso, o injusticia, por parte
del empresario, llegaba el sindicato, se asentaba en las puertas de la empresa,
denunciaba al empresario, bloqueaba las puertas impidiendo la normal actividad,
y ¡vaya si funcionaban las movilizaciones!, ¿qué ha sido de todo aquello?
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