Algunas
personas lo pasan mal y cuando les escucho recuerdo cómo es todo eso, comprendo
qué les pasa. Muchos pasamos por cosas parecidas y, cuando lo vives durante varios
años, aprendes que hay patrones más o menos sutiles, que has estado utilizando
hasta llegar a meterte en el agujero. A partir de ese momento, ese
comportamiento anti natural se manifiesta en forma de dolencia o enfermedad.
Yo me he hecho
consciente de algunos de ellos y he aprendido a comportarme sin tener que
utilizarlos de muletilla. Eso me ha evitado engañarme y engañar a otros. Los
iré exponiendo tal como se me van ocurriendo y, lo hago por si puede ayudar a
alguien.
Prisas o velocidad impuesta. Podemos
ser nosotros mismos o terceros que nos traten de imponer una velocidad, para
realizar las tareas, superior al ritmo en el que nos sentimos cómodos. Lo
importante es hallar esa velocidad nuestra en la que disfrutamos. Cada vez que
pueda haz lo mismo pero a cámara lenta.
Querer agradar. Actuar no siendo
nosotros para agradar o quedar bien nos incomoda. Relaciónate con educación,
con respeto y de una manera natural; como tú eres. Lo importante no es esperar
la aprobación de nadie, sino ser tú. Esto no significa que nos volvamos rígidos
e intransigentes. No está reñido con actuar con amor hacia el prójimo.
Querer hacer muchas cosas al mismo tiempo. Hay
personas que llevan demasiadas cosas al mismo tiempo, están muy divididas, les
falta tiempo y se estresan. Seguramente, no tengan la suficiente concentración
en lo que hacen. Corren de una cosa a otra y, se sienten mal, porque siempre tienen
demasiadas cosas pendientes. Lo importante es embarcarse en menos proyectos al
mismo tiempo. Establecer un orden de prioridades.
No vivir lo que se ha de hacer en la vida.
Esta tiene mucha guasa. Principalmente, porque muchos no sabemos qué tenemos que
hacer. Hay que observar, hacia donde tiende uno a ir una y otra vez. Es como si
la vida te llevara hacia algo que siempre se cruza en nuestras vidas. Es
observar esas “casualidades”, que, tal vez, no nos atrevimos a poner en marcha.
Ante el desconocimiento, debemos estar atentos para descubrirlo. Al menos,
tengamos el valor de hacer aquello que queramos, lo que nos satisface. Lo que
queremos probar y nunca nos atrevimos. No, lo que nos dijeron que hiciéramos
los de alrededor.
Quejarse. Hay personas que se quejan
por distintos motivos, pero uno de los principales es para llamar la atención
de los que tenemos cerca. Están pidiendo atención, tal vez, una atención que
creen no tuvieron en su infancia. La queja no va a ningún sitio, no sirve para
nada y hace sentirse mal a la gente cercana. Cámbialo por expresiones como: “estoy
mejor”, “seguro que estoy mejorando” o, como me gusta decir: “estoy bien y voy
a estar mejor”. No te quedes en la queja, si no te gusta lo que hay, actúa y
cambia.
Querer valerse de los demás. Esto es
cercano a lo que dije en el apartado anterior. Se usan formas o triquiñuelas,
de un modo más o menos consciente, para que los demás hagan ciertas cosas.
Tratan de manipular a los que tienen alrededor. Simulan sentirse mal hasta que
se somatizan en sus cuerpos y se hacen enfermos, con el único fin de que le
echen cuenta y las cosas se hagan o sean como esa persona quiere. A veces, es
un juego mental tan sutil que creen no tener nada que ver con ello.
Dar lástima. Hablan de sí como si
fueran unos pobres diablos a los que la vida les ha tratado muy mal. No se dan
cuenta de que es uno el que se deja caer al agujero cuando se presta a los “caprichos”
de los otros. Nadie tiene poder para maltratarte si tú no quieres. Nadie puede
hacerte daño, si tienes la valentía de jugártelo todo. Nadie puede contigo entonces.
Hay que tener autoestima, tú vales mucho, ¡no te arruines a ti mismo!
Dejar que sea la cabeza la que mande. Hay
que hacerlo hasta cierto punto. Hay funciones propias de la cabeza en
colaboración con órganos, células o procesos complejos, pero para lo demás no
debe tener autonomía más que cuando se lo requiramos. Ha de estar bajo control
o mejor dicho, bajo observación y llegar a aprender cómo funciona, para pulir
lo que sale impulsivamente. Hacernos más conscientes y más dueños y amigos de
nuestra mente.
Forzarse en ser negativo. Muchas
personas atraen lo negativo porque no salen de este estado. Por su boca salen,
con frecuencia, palabras o expresiones negativas: no puedo, estoy fatal, va a
salir mal, esto es lo peor, etc. Hay que hablar en positivo porque repercute
que pensemos en positivo, atraigamos lo positivo, nos volvemos más positivos y
las cosas comienzan a funcionar mejor. A través de ese cambio, nuestro comportamiento
se torna más relajado, más confiado y nos sentiremos más sanos y alegres.
Exceso de rigidez. Hay personas
excesivamente estrictas o rígidas. Demasiadas cuadriculadas y cerradas a las
aportaciones del exterior. No aprenden, no quieren hacerlo, no se lo permiten y
rechazan todo lo que no se corresponda con sus esquemas. Hay que estar más
disponibles, más abiertos, más receptivos. Probar otras cosas y darse cuenta de
que la rigidez es limitante y no les deja vivir plenamente.
Exigirse demasiado. Cada uno da de sí
lo que es capaz de dar de sí, nadie es igual a otro. Dicho de otro modo, cada
uno tiene sus capacidades y limitaciones. No podemos compararnos con los demás
ni pretender alcanzar las mismas cosas. Unos sirven para unas cosas y otros
para otras. Nadie es más que nadie sino diferente. Cada cuál tiene su propia
creatividad y sus propias habilidades. Aprovecha las tuyas. Acepta los
resultados y se positiv@, seguro que vas a mejorar. Afloja el pie del
acelerador. Ámate.
Dar demasiada importancia a las cosas.
Una vez leí algo que me grabé: “Todo tiene su importancia, pero nada tiene
tanta importancia como para que te sientas mal”, podría añadir otra cita
genial: “Si el problema tiene solución no te preocupes, y si el problema no
tiene solución no te preocupes”. El mundo no se termina con este o aquel
problemilla, ya sabes: “Ningún problema va a durar cien años, ni hay cuerpo que
lo aguante”. Todo termina resolviéndose de algún modo y que te indispongas no
va a apresurar su solución, sino todo lo contrario. La realidad es la que es y
toca ocuparse del asunto, no preocuparse.
Hasta aquí
unas pinceladas, que espero te puedan ayudar si eres de esas personas que se
meten en el agujero de vez en cuando. ¡Suerte!, mantente atent@ y lo
conseguirás.
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