Vivimos en una sociedad
proyectada por gente poderosa y, lógicamente, son ellos los que salen más
beneficiados. Todas las ventajas se las dan a los que tienen dinero, algo que
no se llega a entender. Por ejemplo: si tienes dinero, bastante dinero en un
banco, consigues los mejores intereses, además de no tener que pagar cargos
algunos por comisiones derivadas de las operaciones que hagas en tu cuenta. A
los que menos tienen, en los bancos les cobran hasta por respirar: catorce
euros por mantenimiento de la cuenta cada tres meses, veintiocho euros anuales
por la tarjeta, etc. Estas gentes son las que más necesitan apoyo del sistema.
La usura está a flor de piel, es
palpable y evidente, y no solo en las entidades bancarias, que son los pioneros
de tal abuso sobre las personas, sino que también es habitual en nuestros días
en el terreno empresarial. Los empresarios están explotando a la gente en
nombre de la crisis. Están ofreciendo trabajos precarios, de baja remuneración
y con la exigencia de un gran número de horas, generalmente, por muchas más de
las que aseguran y pagan a la seguridad social. Este es el deporte nacional de
la patronal española por el bien, únicamente, de ellos y de sus familias,
porque para el resto de la población significa una humillación. Ya algunos
empezarán a preguntarse: ¿es mejor no tener trabajo o tener aunque sea un trabajo
basura? Algunos justifican que es mejor llevar algo de dinero a casa que no
cobrar nada. Pero siempre será mejor y más digno cobrar en función de lo que se
trabaje y, mejor aún, se rinda, que estoy seguro está muy por encima de lo que
se está retribuyendo.
Lo doloroso del asunto es que
toda esta vejación se produce amparada por la ley, por los malos gobernantes
que tenemos y por un sistema judicial que no anda sino cogido de la mano de los
políticos. Faltan inspectores de trabajo o los que hay no hacen lo que tienen
que hacer. Faltan inspectores de Hacienda, y digo lo mismo, o los que hay no
hacen lo que tienen que hacer. Sobran políticos, porque casi todos no hacen
aquello para lo que fueron elegidos en las urnas. Nadie ha votado para que nos
gobiernen jodiéndonos, imponiéndonos leyes y decretos contrarios a nuestros
derechos y a nuestro bienestar. Nadie da su voto para alzar al poder a alguien
que le va a arruinar la vida, le va a dejar sin trabajo, sin pensión, endeuda
tu país o deja sin futuro a todos los jóvenes.
Sin embargo, esto está sucediendo
actualmente en España, y no hablo de colores, antes del 2011 nos gobernaba otro
color y en su última etapa de gobierno ya comenzó a aplicar las mismas medidas
impuestas por los poderosos. Ellos como grandes cobardes de la historia de
España, prefieren callar y vender la soberanía española y a toda la ciudadanía,
antes que denunciar las presiones recibidas, o antes que ponerse al lado del
pueblo, de los que le votaron. Si estamos como estamos, no debemos olvidarlo
nunca, es porque los que debieron conducirnos hacia una posición de bienestar y
progreso mayor, no lo hicieron, miraron hacia otro lado y se alinearon con los usureros,
con los explotadores y especuladores. Esos son los políticos que tenemos y
hemos tenido en este país, gentes que se venden a bajo precio, sin dignidad
alguna, sin honestidad alguna y sin importarles lo más mínimo la situación social,
económica y laboral de la ciudadanía. Solo hablan de partidos, de votos, y de
conseguir mejores resultados que sus oponentes. Quieren poder por encima de ideologías
y de sueños a realizar, esa utopía necesaria para atreverse a hacer cosas
diferentes, que proporcionen resultados nuevos para el bien de la gente.
Nuestros políticos se encorsetan, ellos mismos, al acatar al pie de la letra
los dictados de los que les mueven los hilos.
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