Hoy nos han vuelto a recordar, que
Cospedal estuvo a punto de privatizar 4 hospitales de Castilla-La Mancha. Una
operación que estaba tratando con varias empresas constructoras que
intervinieron en la construcción de una autovía, por la que la Comunidad de
Castilla-La Mancha tenía contraída deudas, que Cospedal pensaba saldar,
regalando los cuatro hospitales a dichas empresas. Parece ser que las empresas
no se interesaron por la gestión de los hospitales, por diversos motivos, pero
lo que me parece grave es que de nuevo los políticos pasen un kilo de la
ciudadanía en un tema tan primordial y delicado como es la sanidad pública.
A bote pronto, si las empresas
hubieran aceptado el trato, la Comunidad, tal vez, hubiera saldado sus deudas; ¿y
después qué?, ¿pagamos entre todos la atención sanitaria de los ciudadanos de
Castilla-La Mancha a empresas privadas? Una deuda pactada para ser cancelada en
varios años, la liquidamos dejando sin atención sanitaria pública a los vecinos
y vecinas de esa Comunidad. ¿Cuándo van a dejar de jugar al Monopoly los
señores y señoras de la política?, ¿cuándo se van a dar cuenta que no han
llegado a la política para apropiarse de lo que es un bien común? Hay que
construir y crecer, asegurando los servicios y la calidad de los mismos. Ya
estuvieron otros que les vendieron a sus amigos, por dos perras, empresas
rentables como: suministradoras eléctricas, compañías telefónicas, refinerías
petroleras y redes de gasolineras, Aeropuertos españoles, Red nacional de
ferrocarriles, etc.
¿Dónde han estado metidos todos
aquellos a los que se les llenan la boca diciendo que ellos son la oposición, y
erigiéndose en oposición de los Gobiernos que hemos tenido? Privatizan a
nuestras espaldas, se comisionan y se financian a nuestra costa, y como son
todos, pues nadie alza la voz para acusar a nadie. Antes armaban ruido los
sindicatos, pero ya ni eso, ¡están comprados!, los Gobiernos le untan, le
asignan cantidades y puestos de responsabilidad a ciertos individuos, que
técnicamente hacen que los sindicatos viren en una u otra dirección. Compran la
paz social, mejor dicho llevan años comprándola con esta práctica de compras de
voluntades, dando a cambio tarjetas black, que también algunos sindicalistas
las tenían y han gastado muchos miles de euros que hemos pagado entre todos.
¿Cómo van a hablar esta gente, si los sindicatos han sido anulados por la acción
de los privilegios concedidos?
Aquí se han acostumbrado a estar
de comilonas, pero que la cuenta la paguemos nosotros. Si gestionan
imprudentemente, como les pasa a la mitad de ellos, por no decir al cien por
cien de ellos, y contraen deudas irracionalmente asumibles… ¡no importa!, se
tira de la hucha pública, que creen es inagotable, sacan dinero hasta
empobrecernos mientras sus cuentas particulares se engrosan. Por eso hay tanto
golferío, tantos billetes de quinientos en maletines, bajo el colchón o dando
vueltas por los paraísos fiscales. ¡Es nuestro dinero! y a nadie parece
importarle lo más mínimo. Que se convocan manifestaciones contra el sistema
corrupto implantado, la gente se queda en su casa. Que los medios dan
información sesgada, la gente la repite como un papagayo sin pararse a formarse
un criterio propio. Hay mucha gente a la que le da miedo movilizarse,
manifestarse, criticar, proponer cosas, dar la cara, exigir un Gobierno
honesto, sensato y cuyo objetivo principal sea el progreso y el bien del
pueblo.
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