Se me ocurre esta mañana lo
siguiente: ¿por qué el Estado no controla los ingresos reales de la gente,
poniendo en marcha los mecanismos que hagan falta, y sobre esas cifras se fijan
los tantos por ciento que se deban ingresar a la Administración para soportar
el gasto público? Problema resuelto, todos lo gastos quedarían cubiertos,
habría dinero para abonarlos, incluidas las famosas pensiones con las que tanto
se juega para alarmar y manipular a los mayores.
A los que trabajan por cuenta
ajena ya los tienen controlados, las cuentas bancarias también, los más difíciles
de saber cómo van son los empresarios. Habría que estar encima de ellos, lamentablemente,
debido a la falta de concienciación social que muchos de ellos tienen. No
quiero ponerlos como los malos de la película, pero son los que más fácil lo
tienen para enmascarar lo que ganan. De hecho todos sabemos que es rara la
empresa que no tiene una contabilidad “B”, con la que se realizan operaciones
al margen de la ley y de Hacienda. También en la conciencia de todos ha de
estar el facturar todo cuanto se compra o se vende, porque debemos estar
satisfechos de que esos impuestos sujetos a las transacciones vayan a sufragar
nuestros servicios públicos.
Es que no hay otra, España tiene
unos gastos y estos se han de dividir entre todos, pero como la economía de
todos no es la misma, no se puede contribuir con la misma cantidad, sino que
aquellos que más ganan deben pagar más. No obstante, el gasto se ha de sacar de
la ciudadanía, es lógico. Aunque también lo es que la gestión ha de ser limpia
y transparente. Se ha de poner fin al robo y al saqueo, a los sobre precios o a
los sueldos millonarios de los cargos públicos, las pensiones vitalicias y
todos aquellos privilegios que tienen esas personas sobre el resto de la
población.
En muchas casas entran salarios
muy justos, que a duras penas alcanzan para los gastos básicos y necesarios.
Cada casa es un mundo diferente y una economía que se hace trizas cuando llegan
los impuestos del IBI, de los vehículos, etc. A esto se debe dar un arreglo,
pues los salarios se han venido abajo y hay muchos más miembros de la familia
en paro. Por otro lado, como dicen las estadísticas, ha crecido el número de
ricos en el país; por tanto, habrá que eximir de pago a los que no llegan a
final de mes y se tendrá que compensar con la contribución mayor de esos que
han aumentado sus cuentas. La sociedad ha de ser un colectivo solidario y
consciente de lo que tenemos y disfrutamos, de lo que cuestan las cosas, los
profesionales, el mantenimiento de las instalaciones y los servicios.
La clave está, como dije antes,
en que nadie burle a Hacienda. En que Hacienda tenga muchos más inspectores
cotejando números, contabilidades, cuentas bancarias, movimientos de materias
primas, fabricados, etc. Ese control ha de ser exhaustivo, para lograr
aproximarse lo más posible a los números reales del beneficio que obtienen las
empresas y fijar los tipos de interés, que representará la tributación de esa
entidad. Hoy en día sucede todo lo contrario. Los empresarios en sus parcelas
andan campando a sus anchas y los particulares, en cuanto podemos, acordamos
con los empresarios operaciones también ilegales. Esto lo debemos subsanar, sin
tener la impresión de que estamos haciendo el tonto. Hace falta un cambio de
mentalidad.
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