Con la tecnología que conocemos y
con los recursos que poseemos podríamos hacer un proyecto de sociedad
maravilloso, pero se anteponen los intereses de unos pocos que en su lugar
están instalando un descalabro social, donde cada día hay más gente pobre, donde
la población de este país pierde poder adquisitivo mes a mes, debido a que los
precios de todos los productos, incluidos los de alimentación, se incrementan
casi diariamente al tiempo que los sueldos retroceden y, en el mejor de los
casos, han quedado congelados.
Uno es capaz de pensar en miles
de fórmulas para que todos vivamos más felices, con menos necesidades y, por
supuesto, que todas las que pudiéramos clasificar como básicas las tengamos
cubiertas. No pienso en ostentaciones sino en una vida digna para todos, y
cuando digo todos es todos, sin exclusión de nadie. Nadie tiene que quedar
atrás, nadie tiene por qué estar desempleado, lo está porque hay intereses en
esta sociedad de que así sea. Lo he dicho muchas veces y, de momento, sigo
pensando en ese sentido, no trabajamos todos porque a los empresarios no le
interesa el pleno empleo, y como los gobiernos, este y los anteriores, están a
las órdenes del poder monetario, o sea, empresarios y bancos en primer plano,
poderes ocultos a la sombra, en segundo plano; no van a remediar nada, no van a trabajar por la ciudadanía… solo
maquillan la situación pero sin pretender acabar con ella. El pleno empleo iría
a favor de los trabajadores, les daría fuerza y se la restaría a los
empresarios. Las negociaciones para la contratación de personal serían muy
diferentes… ¡y tanto!, ahora son inexistentes, se las han cargado, las han
borrado del mapa. Los convenios colectivos los han tirado a la papelera,
seguramente el PP los habrá pasado por la triturada de papel, que es su afición,
últimamente, para hacer desaparecer pruebas de su corrupción.
Al margen de todo lo que viene
acaeciendo, que no es poco, reitero que tenemos capacidades, ideas, sueños si
queréis, totalmente realizables, que nos convertiría en una humanidad
privilegiada. Podríamos inventar el modelo de sociedad que a todos más nos
gustara y nos viniera bien, todos aportando y nadie pasando hambre, pero la
insensibilidad y la inhumanidad de unos pocos hace que el desastre exista; por
un lado unos tienen demasiado, son consumistas y tiran comida, por otro lado
están los que no comen casi nunca porque mueren un poco más cada día. Mueren a
pasos de gigante sin que nadie lo remedie, sin que nadie acerque las tecnologías
que conocemos a esos pueblos deprimidos y sumamente pobres, que tienen una efímera
existencia porque así lo han decidido algunos malos hombres y mujeres, en su
afán de imponer su nefasto modelo de sociedad mundial de dolor, crímenes,
pobreza, explotación, enfermedades y disfrute de unos pocos.
La población mundial tendría que
rebelarse contra esta contrariedad y esta dictadura de esa minoría, y si
hiciera falta, habría que paralizar toda la producción mundial para que
supieran esos malvados que nos tienen enfrente y que estamos dispuestos a
destruir su castillo de naipes… después de todo está sustentado sobre nuestros
hombros. Somos nosotros los que al ser explotados por aquellos generamos sus
beneficios y la limosna de nuestro salario. Hay que poner fin a esto, ya sé que
hablo de oponernos al poder monetario mundial, pero algún día tendremos que
dejar de ser unos cobardes y mirarles de frente, a los ojos, al tiempo que nos
desembarazamos de sus tentáculos. Si luchamos por ello, lo podemos conseguir,
lo que sucede es que hay cantidad de gente dormida, hipnotizada, programada y
que valora muy poco su existencia. Nadie ha venido a este mundo para servir a
unos traidores de la humanidad. Nadie ha venido a este mundo para ser un mulo
de carga o una máquina de una cadena de fabricación. La vida es demasiado
hermosa como para no vivirla, y cuando estás envuelto en preocupaciones, no la
vives, pasa por tu lado. Hay que elegir cómo queremos vivir esta existencia
limitada que nos han dado o tenemos. No estamos aquí para enriquecer a nadie
sino para enriquecernos interiormente cada uno de nosotros y alcanzar la
plenitud. Puede ser que aún no la hayas vivido, pero te aseguro que no hay
cantidad de oro en el mundo que la iguale.
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