Te puedes leer un periódico,
puedes ver todo el día la tele, y será difícil que haya alguna mención al mundo
interior, al desarrollo del ser, a ser felices; no encontraremos ninguna
llamada a observarnos, a estar con nosotros, a parar un poco todo ese bullicio
de noticias siempre dirigidas hacia el exterior, hacia la vida de los demás,
muchas veces negativas, alarmantes y morbosas. ¿Por qué las antenas siempre
están puestas o dirigidas hacia el exterior?, ¿por qué interesa tanto lo que
suceda afuera?, ¿por qué se presta tan poca atención a lo que sucede dentro de
cada uno? Nosotros somos el interior que aprovecha el exterior para
experimentar y completarse, pero lo importante está dentro de cada uno de
nosotros. En el fondo siempre estamos solos haciendo cada uno su camino,
recorriendo esta existencia, hasta alcanzar un grado de conciencia que te hace
comprender que eres uno con todos los demás… somos la humanidad si queremos
ponerle un nombre al conjunto. Eso que llegamos a comprender que somos es
energía de vida, la misma energía que nos asiste a todos, la misma energía que
nos une a todos. Si logras experimentarte como la energía de vida, verás que no
estás totalmente contenida en tu cuerpo sino, que por el contrario, se extiende
y se une a la energía de vida de todo lo que es y está vivo: los pájaros, los
cantos de los pájaros, los árboles, la hierba, las plantas, el agua y el
viento, otras personas, etc., te conviertes en lo demás, eres lo mismo, dejas
de sentirte yo, este cuerpo, para ser todo, te vives como la Unidad y comprendes
que todos somos lo mismo. Esto cuesta digerirlo, tal vez algunos lo intuyan y,
ojalá muchos lo experimentaran, desde ese momento el ser humano es más humano y
menos destructivo.
Si nos llevamos todo el día
enfocados en lo externo y no nos dedicamos nada de tiempo a nosotros, a mirar
dentro, a sentirnos, a respirar conscientemente; si no descansamos del ruido
externo, será una casualidad que alcancemos la comprensión de quienes somos y
el desastre continuará. Digo desastre, porque de ese modo solo existirá lo de
afuera, y lo de afuera ya lo conocemos por las noticias… está infame. El hombre
loco solo puede cometer locuras, es lo que corresponde a su estado de no
respeto de nada: roba, rapta, viola, asesina, engaña, no es de fiar, y le
importa un comino el resto de las personas, su egoísmo no les permite
considerar a los otros. Los sabios dicen que, quizá, no podamos cambiar el
mundo, pero lo que sí podemos hacer es cambiarnos a nosotros mismos. Cada cual
tiene la oportunidad, si llega a comprender algo de lo expuesto, de cambiarse a
sí mismo y con ello estará contribuyendo a mejorar su círculo más cercano. Si somos
millones de personas haciéndolo, cada día se contagiarán nuevas personas de las
nuevas formas, del proceder distinto, del amor ofrecido, de los valores
percibidos.
Comprendo que es complicado
centrarse en uno o en una, cuando la oferta externa es casi infinita: moda,
juegos, copas, bares, discotecas, botellones, fútbol, viajes, trabajo, discusiones,
tele basura, etc., todo el día te tienen ocupado/a, siempre sientes prisas,
siempre has quedado y corres porque llegas tarde; no te das tiempo para
encontrar tu velocidad, la que te hace feliz, la que no te fuerza ni estresa.
Haces muchas cosas que no quieres hacer, que no te gustan y te hacen infeliz,
pero eres incapaz de tomar una decisión necesaria que cambie tu vida. Tú eres
el resultado de todas las decisiones que has tomado en tu vida hasta este mismo
momento. Tú eres el resultado de todas las experiencias que has vivido hasta ahora.
Por eso te debes prestar más atención.
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