Ayer tuve un encuentro con un
familiar que es juez, cuando joven esta chica era muy revolucionaria,
“rojilla”, diría yo. Lleva ejerciendo la profesión bastantes años y aunque
tenga su ideología, reconoce las limitaciones de las leyes existentes, por lo que
me hizo ver que la democracia es la que tenemos y que en el Estado de Derecho
hay que cumplir las leyes, y si no gustan hay que presentar ILPs y votar a
otros en las próximas elecciones. No le faltaba razón conforme al sistema
instalado, y comprendí que en base a esa realidad, más acertada o menos, eso es
aparte, la mayoría de las veces decimos “verdaderas burradas” en las redes
sociales, porque, sencillamente, son imposibles atendiendo a las leyes
actuales, aunque nuestras críticas o reclamaciones sean muy sensatas,
razonables y de sentido común, porque no hay una manera de llegar a donde
pretendemos los protestones de las redes, entre los que me incluyo, pues soy
uno de ellos. La indignación y la impotencia de ser manipulados como lo hemos
sido en los últimos años, es lo que justifica nuestro comportamiento, que ya
digo, se aparta la mayoría de las veces de un camino amparado por ley, porque
falta conexión legal, no hay ley que lo pueda realizar en estos momentos.
Los que no tenemos formación en
Derecho ni estudiamos a fondo esos temas, solo nos queda la vehemencia con la
que reclamamos los cambios cuando vemos que seguir viviendo como nos imponen
nos empobrece, o cuando vemos que dan nuestros dineros a Bancos, autopistas,
etc. Cosa que hacen basándose en leyes, como dijo mi familiar, que aprueba todo
el parlamento, por eso salen adelante. Si ahora tuvieran que reclamar el dinero
o canjearlo por préstamos gratuitos, tendrían que volver a acordar otras leyes
que lo permitieran. Con esto que me decía entendí que cualquier gobierno hace
lo que quiere siempre que vaya planteando en el Parlamento leyes para la
consecución de sus objetivos, sean más o menos justos, y en las votaciones de
la Cámara las vayan sacando adelante. Son “nuestros representantes” los que
hacen posible que el juego pretendido por el Gobierno de turno triunfe o no,
por eso estamos como estamos, gracias a los gobiernos que hemos sufrido o
tenido, para cada cual será una cosa u otra, y al apoyo del resto de partidos
que en cada momento han ocupado los escaños.
Así hablan de Estado de Derecho,
porque ponen sus leyes y caminan por ellas, cumplen su legalidad, lo que no
quiere decir que no se pudiera haber hecho otra cosa si la intención y las
leyes fueran otras. Estamos donde estamos y se lo debemos tanto a PSOE como a
PP, en lo bueno y en lo malo. A mí,
particularmente, no me satisface demasiado, sobre todo, lo sucedido en los
últimos años y, comprendiendo hoy un poco más, creo que hace falta cambiar las
leyes, que ese es el gran cambio, no el color ni las siglas de los que estén arriba.
Hay que plantear leyes nuevas que tengan como objetivo mejorar las condiciones
de vida de la gente, no de algunos empresarios, empresas potentes, grupos
financieros o banqueros. A estos no digo que haya que perjudicarles pero
tampoco beneficiarles, deben cumplir con sus obligaciones en la misma medida
que cualquier otro ciudadano, estén dando puestos de trabajo o estén
arriesgando sus dineros, porque también se llevan los beneficios producidos con
el trabajo de sus empleados, y en Hacienda hay que dar la cara como la tenemos
que dar el resto de la población. Hay que ir hacia una sociedad más equitativa
y justa, y para ello comprendo que hay que hacer un arduo trabajo con la
legislación actual. Ya tienen un buen trabajo los políticos por delante, si alguno
no está dispuesto a trabajar, porque ya hemos oído a algunos expresarse en
televisión, que ellos se habían metido en política para rascarse los cojones,
lo mejor es que se vaya, que dimita, por el bien de todos.
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