Ha durado bastante el duelo por
los atentados, lo han prolongado cuanto han podido, para que el Gobierno
central y España hayan estado presentes en Cataluña como casi nunca estuvieron,
al menos en los últimos años de Gobierno del PP. El hermanamiento o la
familiaridad ha durado lo que ha durado, esos diez días que ha habido de duelo,
fotos y manifestaciones. El hermano mayor, España, en este tiempo, ha podido
desarrollar su papel de acogimiento, protección e influencia psicológica en la
población catalana, con vista al movimiento de votaciones por la independencia.
A pesar de todo, el duelo ha terminado y Puigdemont retorna a su ruta prevista,
vuelve a anunciar la reanudación con urgencia de la vía que posibilite a los
catalanes a votar sobre su destino final, que para gusto del Presidente de la
Generalitat es separarse de España cuanto más mejor.
A partir de estos momentos y,
tras el esfuerzo de todos los que han trabajado esta posición paternalista,
veremos cómo se lo toma Rajoy y sus acólitos, así como las reacciones que
emprendan cada una de las partes, porque esto es puramente una partida de
ajedrez. Cada cual moverá una pieza no sin atender a una clara estrategia y
conveniencia, pretendiendo acabar con su adversario y darle el jaque mate. Como
ya dije en otro escrito, a más de uno le gustaría seguir pisando Cataluña con
el pretexto paternalista al que hacía antes mención, hasta el mismo día uno de
Octubre. A muchos les gustaría seguir influyendo en la sociedad catalana hasta
el mismo día que fueran a tomar una decisión en las urnas, si las urnas se
ponen y si no se lía una buena, que espero no suceda por el bien de la
democracia. Porque democracia no es emperrarse en no cambiar viejas leyes para
prohibir lo que demanda la población actual, sino ser capaz de anticiparse y
allanar el camino para hacer posible lo que la gente quiere realizar… en este
caso: votar su futuro.
Los Gobiernos no pueden estar
para poner trabas a la población, sino para articular las formas para llevar a
cabo lo que la ciudadanía desea que se haga. Ese es un gran principio
democrático, hacer lo que la gente quiere y no tener que obedecer lo que
imponen ciento treinta y siete, o ciento setenta y seis diputados, porque
repito, todos están representando a los ciudadanos pero no para que nos
obliguen según su conveniencia e intereses, sino que deben y tienen que
consultar al pueblo para llegar a conocer las necesidades de éste, para poner
en marcha las medidas oportunas para que se materialicen soluciones a esas
necesidades… eso es democracia… eso son políticos trabajando para la gente.
En estos días atrás ha habido
cantidad de gente aprovechándose de los hechos luctuosos acaecidos en Cataluña,
es más, casi incomprensiblemente se conocían datos de personas peligrosas a las
que no se tenían controladas. Es más, desde Belgica habían avisado a la policía
de Cataluña sobre la probabilidad de inminente atentado, si no me ha parecido
escuchar mal, porque he estado muy despegado del lavado de cerebro y conducción
síquica que han realizado mediante los medios de comunicación. A partir del
primer día, tal vez el segundo, me negué a seguir escuchando información sobre
los atentados, no comprendí la enorme publicidad que se ha hecho. Tan solo
entendí que había intereses más allá de los atentados… la independencia de
Cataluña.
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