Contra la fuerza de la naturaleza
que asiste al ser humano para que avance y se desarrolle, existe otra fuerza
que parte de un sector del mismo ser humano para impedirlo. Todos hemos oído
que vivimos en una dualidad, el yin y el yang, una cosa y la opuesta o
complementaria, la cara y la cruz de las cosas, pues aquí en esta existencia no
íbamos a ser menos: vivimos, por un lado, bajo la influencia de los astros, de
la energía de la Tierra, de la propia vegetación, de los alimentos, de los
árboles, etc. y, por otro lado, de la interacción con los demás seres donde
para mí incide el problema. La naturaleza en sí da lo que es y nosotros la
recibimos, pero las malas vibraciones, por lo general las provocan ciertas
personas que con sus actos provocan negatividad, dolor, desgracia, pobreza,
destrucción, etc.
Todos despiertos en un mundo
feliz no es el proyecto de ese cierto sector que nos prefiere dormidos y
aborregados, miedosos a sus normas y preparados para ser explotados. Cuando la
gente va despertando se va dando cuenta del montaje tan horrible y tosco que
tiene implantado ese sector minoritario de la humanidad, y hace todo lo posible
porque se enteren otros humanos, así unos van ayudando a que despierten otros. Esta
también es una forma de despertar a lo que hay y estar atentos o presentes cada
vez que se dan nuevas cosas. El gran despertar es espiritual, en el que se
acrecienta la conciencia, tiene cabida toda la humanidad, importa lo que le
suceda a los otros y se transita con amor por esta existencia. En ese gran
despertar uno se siente pleno, libre y es amor… un ser no manipulable; esa es
la clave para que ese sector minoritario que se ha hecho con el poder, se
rebele en su contra, oponiéndose al despertar de la humanidad. Una lucha que
solo retarda lo que es inevitable porque llegará lo quieran o no, tarde o
temprano. Estamos predispuestos para ello, vamos a despertar, es nuestra
condición humana, somos energía, esa misma energía que radia el universo, esa
misma energía inteligente.
Tenemos un enemigo inmediato que
nos rodea, es el egoísmo. Muchos hemos sido educados para defender lo que
tomamos como nuestro. Desde pequeños, algunos padres nos dijeron: eso es para
ti, no deje que te lo arrebate otro niño o niña. En lugar de esto nos podrían
haber educado en el compartir sin ese sentido de la propiedad, o al menos con
el sentido de la propiedad compartida. No hemos aprendido a amar tanto a los
hijos de nuestros vecinos como a los nuestros. No hemos aprendido a amar tanto
a los demás como a nuestros propios padres o hermanos. No nos duele tanto la
muerte de una persona que cae bajo los disparos a miles de kilómetros, que la
muerte de un familiar o un amigo. Algunos no han aprendido tanto como para
poder hablar de todo esto, como para empezar a sentirlo y comprender de qué
estoy hablando. ¡Ojalá camináramos todos al mismo tiempo!, pero la realidad es
que cada uno está en su proceso y, por tanto, cada uno va a una velocidad
diferente. Debemos tener mucha tolerancia y paciencia, sobretodo, tener mucho
amor, dar mucho amor, amar la vida, amar a las personas, a las plantas, a los
animales… amar las formas, porque todo tiene su belleza intrínseca. Cuando se
ama no se hace daño a nadie, al menos conscientemente. El mundo puede ser algo
totalmente diferente, en cuanto esa minoría egoísta se ponga las pilas y llegue
a comprender un poco. Muévete con el corazón cuanto te sea posible, haz todo
cuanto puedas con amor, ellos están en el lado opuesto: la usura con el dinero,
causando muertes con drogas, generando guerras para ganar dinero con la venta
de armas, envenenando el ambiente para que nos sea más difícil crecer
interiormente, evitando que recibamos esa energía transformadora, etc. Ellos se
sustentan en varios pilares bien fijados: poder por el dinero, son los dueños
de la banca mundial, de las empresas farmacéuticas, del narcotráfico, de las
empresas generadoras de energía, de las multinacionales de la alimentación, de
las multinacionales de los venenos que se esparcen al medio ambiente, de las
petroleras y de las empresas fabricantes de armas. Nosotros podemos mostrarle
que no somos sus peones listos para ser explotados: Consumo racional, solo lo
que de verdad necesitemos y hasta agotarlo, nada de cambiar los productos al
ritmo que la publicidad y el marketing nos trata de imprimir. Tratar con los
bancos lo imprescindible: gestión de pagos de recibos, cobrar nómina o salarios
y mantener las cuentas lo más livianas posibles. Curarnos por medios naturales:
buena alimentación, buenos hábitos, ejercicio moderado, no enfadarnos, no dar
tanta importancia a las cosas y hacer uso de terapias alternativas. Si
cultivamos no hacer uso de ningún producto químico para tratar los cultivos.
Hacer uso de las piernas o de la bicicleta, tanto como podamos. Dejar parado los
vehículos y, si podemos, prescindir de ellos, son una fuente de gastos:
revisiones, cambios de aceite y filtros, reparaciones, ITV, cambio de neumáticos,
impuestos, etc. Hacer un uso moderado de la energía: apagar luces que no
necesitamos, desconectar los aparatos que no vayamos a utilizar, no seleccionar
una temperatura demasiado baja en nuestro aparato de aire acondicionado en
verano, o demasiada alta en invierno. Usarlo solo en los momentos más
necesarios del día, pero no por costumbre, debemos dejar de ser unos autómatas.
Aprender a comprar y evitar la cantidad de mierdas envasadas a las que llaman
alimentos. Nada de drogas y nada de armas… las armas que las hagan de chocolate
sin azúcar. Cuando les dejemos de hacer el juego, caerá su poder, comprenderán
que siempre hemos mandado nosotros, que el potencial era nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario