Acaba de dar una noticia en la
cadena Ser sobre una persona, ingeniero civil, seis años desempleada, desde
2011, que acaba de encontrar trabajo, y lo difunden como algo triunfal,
excepcional. Me alegro por esa persona, evidentemente, porque conozco la situación,
pero no debería ser motivo de noticia mostrar al mundo el fracaso político y
empresarial de nuestro país. A esos dos sectores les hago responsables directos
del fracaso, de que pasen los años y tengamos un panorama laboral nada
halagüeño: temporalidad, alta tasa de desempleo, fraude en la contratación,
salarios ridículos, horas de trabajo que no se declaran ni se pagan, etc. Esta
terrible situación revierte en la no menos problemática de insostenibilidad de
las pensiones, a peores condiciones de contratación y trabajo, menor
recaudación para la Seguridad Social. De lo que se deriva que nunca hay dinero
suficiente para pagar a nuestros mayores. Ingratamente, después de toda una
vida trabajando, tienen que vivir con la intranquilidad de si el Estado podrá
hacerles llegar sus limosnas. Digo limosnas, porque en muchos casos el dinero
de las pensiones supone una gran pérdida de poder adquisitivo con respecto a
cuando la persona estaba en activo; además, el sistema de pensiones y sus
condiciones vuelven a hacerle perder poder adquisitivo con respecto a la
incesante subida de precios de los alimentos y productos básicos o necesarios.
Así que si aquella persona ha
encontrado trabajo tras estar en paro seis años, repito, me alegro por él, pero
el desempleo debiera durar unos días de trámite mientras vuelve a ser candidato
a un puesto de trabajo y, en seguida, el mercado laboral debe absorberlo, meterlo
en filas, ofrecerle un nuevo empleo adecuado a sus conocimientos y experiencia.
Pero el mercado no tiene ni quiere tener esa capacidad de colocación tan alta
por lo que critico tantas veces: No interesa al empresario, le hace perder
poder de contratación y le posibilita para ofrecer malas condiciones, o sea,
que si hubiera pleno empleo, el trabajador sería el que tendría mayor fuerza o
poder y exigiría, algo que no consiente el empresario con ayuda del político,
que legisla para que así sea. Mientras tengamos a la tribu, porque son una
tribu de maleantes en los gobiernos, y sigan sin centrarse en los problemas de
la gente y en sus soluciones, seguiremos arrastrando pobreza, necesidades,
salarios y pensiones ridículas, gente desesperada y sin empleo, familias sin
ingresos, personas que se aprovechan del desempleo y hacen de él parte de su
modo de vida, cuando debiera de ser una ayuda transitoria, de días.
Es relativamente fácil
solucionarlo, pero al político no le importa en absoluto, solo maquilla cifras
y se pasa toda la vida entregando datos de migajas que suben o bajan para
transformar anémicamente una cifra que refleja una situación estructural y
vergonzosa por interés del sector empresarial. Señores políticos hagan una
advertencia seria a los empresarios de que hay que emplear a todas las personas
y denle las mejores condiciones para que se creen los nuevos puestos de
trabajo. Si tras un razonable tiempo de espera y reacción, no eliminamos el
paro, la Administración, el Estado, tiene que crear los puestos de trabajo,
tiene que industrializar cada región, tiene que buscar una solución directa
para toda la población que queriendo trabajar no puede hacerlo porque no
encuentra un puesto de trabajo… un puesto de trabajo digno.
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