Cada día, estoy convencido de ello, hace falta que lleguemos a ser una sociedad donde no exista el dinero. El uso que muchos hacen del dinero, la competición y la necesidad del mismo nos hace infelices. Toda la mierda en el mundo se genera porque unos buscan las formas de valerse o explotar a otros para conseguir beneficios, cuantos más mejor. Lo privado no tiene sentido que exista en una comunidad que es lo que formamos toda la humanidad. Todo ha de ser de todos, y todo se debe proyectar para asegurar la supervivencia, el bienestar y el progreso de nuestra especie en este Planeta, dejando atrás de una vez por todas: guerras, miedos, hambre, violencia, inseguridad, corrupción, etc.
Hay de todo en el mundo, conocemos las técnicas para lograr grandes avances en todos los campos, tenemos el conocimiento y la fuerza humana para lograr lo que nos propongamos para el bien de todos, no para seguir corriendo la competición de las patentes y el enriquecimiento de unos pocos, el encarecimiento de productos, muchas veces esenciales o necesarios para asuntos tan serios como la salud, por ejemplo. Hay que dar la vuelta a todo esta inercia capitalista salvaje, excluyente, y elitista. Es tiempo de pensar solo en los seres humanos, en los grandes valores que pueden salvarnos como colectivo de seres vivos que ocupamos el Planeta, sabiendo vivir en armonía con el entorno, respetándolo y respetando al resto de las especies, dejando de hacer daños a los otros seres vivos que comparten espacio y tiempo con nosotros.
Parece totalmente utópico, pero puede ser una realidad en cuanto nos lo propongamos. Todos tan solo tendríamos que colaborar con este nuevo sistema de participación colectiva, que no discrimina a nadie, que no prescinde de nadie, que no tiene costos monetarios, y que a cambio nos entrega todo aquello que necesitemos para nuestro bienestar y felicidad. Al colaborar todos, nos ocuparía muchas menos horas de las que empleamos en trabajar en estos momentos, y si todo lo que siguiéramos fabricando está a disposición de todos, no tendría sentido robar. Si no hay dinero, no hay nada que vender, dejarían de existir esas organizaciones que hoy existen para dejar de tributar, que hacen contrabando a cambio de lucrativas comisiones, o esa tan extendida corrupción para desviar dineros o robarlos.
En mi pequeño libro: Felicidad Social, esbozo una sociedad sin dinero, y cómo resuelvo desde mi sentir y mi cabeza las situaciones más habituales que se nos presentan en ese cambio de paradigma.
Seguiremos...
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