A la judicatura le debe estar sucediendo lo que al resto de servicios públicos, que los políticos no los dimensionan adecuadamente a la demanda real, y de ello se benefician los mangantes del país, los corruptos políticos, y todos los de las bandas de criminales y delincuentes que hay en el país. Hay un poco de todo, de falta de recursos por no poner el Gobierno el dinero suficiente sobre la mesa (Con la intención que sea), de compra de ciertos cargos públicos para que frenen las investigaciones, destruyan o pierdan pruebas, o simplemente anulen pruebas o no investiguen, así de sencillo, y la injusticia ya está servida.
El fiscal general no puede ser nombrado por el ejecutivo, porque jamás acusará a los del Gobierno, que fueron los que le dieron el cargo, no se atreverá a morder la mano que le da de comer y demás privilegios no conocidos por la población. Los jueces del Supremo, los que les tienen que juzgar a ellos por estar aforados, son puestos por los partidos políticos, se los reparten como los cromos o las estampitas de fútbol que todos manejábamos cuando éramos pequeños. Con esa connivencia, difícilmente van a cargar en su contra, para los mangantes de cuello blanco no existe la justicia o es mínima, solo aparente, y cuando les condenan son condenas de risa comparadas con los delitos cometidos y el daño provocado. Además, jamás se les exige que devuelvan lo robado o defraudado, ni que repongan el daño que a la sociedad provocan. Así que mientras la justicia tarda siglos en juzgar a políticos corruptos, si es que lo hace, ellos aprovechan para seguir saqueando las arcas públicas, dar puestos de trabajo a dedo a sus amigos y familiares, elevarse el sueldo cuanto quieren e imponer sus normas, algunas veces antidemocráticas y anticonstitucionales, a los ciudadanos.
De todo esto resulta que la corrupción se ha convertido en un circo a los ojos de todos, con unos payasos como protagonistas, que suelen ir a dar su show cada miércoles al Congreso, mientras los ciudadanos tenemos que aguantar carro y carreta, porque lo que hacen esos payasos ya no hace reír a casi nadie. Los políticos parece que llevan tiempo comprobando cuál es el aguante real de los ciudadanos, es como si estuvieran llevando a cabo un experimento con todos nosotros, no dejando de tensar la cuerda de la paciencia ciudadana, tratando de averiguar cuál sería el punto de rotura... ¡Abusan de todos nosotros! No hay nada mejor que perder el miedo para señalar a los malos, a los que supuestamente están gobernando, dicen, que para el bien de la gente, pero que lo que mejor saben hacer es enriquecerse a nuestra costa, malversar grandes cantidades de dineros y regalarlo sin nuestro consentimiento.
Seguiremos...
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