Imagen: www.facebook.com
Empiezo a estar cansado de desear que las cosas cambien, que vayan a mejor para todos, de que nos comportemos más adecuadamente, de que los de arriba tengan presente en su día a día a los de abajo. Llevo años tratando de tomar conciencia, y debo decir que duele ver cómo están las cosas, cómo actúa un buen porcentaje de la gente... primero yo y después yo, los míos, mi familia. El ego no afloja, el egoísmo siempre está presente en la vida de muchos, la maldad en la de muchos otros, la envidia, el odio, las mentes confusas y la enfermedades mentales camufladas.
Gente haciendo la vida imposible a los que tienen cerca, golpes de pecho, visitas a templos, rezos y maldad se combinan como si estuvieran hechos el uno para el otro. Tanta maldad que solo sirve para destruir la vida de los de alrededor, y me pregunto qué ganan con tales acciones deplorables, injustas y traicioneras. Estoy dolido, sí, lo estoy, me duele el mundo y mucho más la humanidad, quisiera que no existieran esos contratiempos que algunos nos hicieron percibir como inevitables y normales de la existencia de nuestra especie. Me niego a creer que somos malos por naturaleza, o egoístas, algo que muchos divulgan como si fuera cierto y nadie estuviera programado. Yo veo a un bebé y veo a la gloria, una bendición, un ser desprogramado al que le van a empezar a mostrar lo que otros creen es el bien y el mal, el sentido de lo suyo, que debe proteger tal o cual juguete porque otros niños se lo pueden quitar, etc. Sin olvidarnos del elogio y del castigo como medios para modelar su conducta conforme a las reglas de la sociedad y de los padres.
Los pueblos tienen que dejar de levantarse y de hacer daño a los otros pueblos, que son personas que gratuitamente y por deseo de algún dictador, sí, dictadores todos aquellos que se erigen en dueños de un país y de toda la población, y sin dejar que ésta pueda decidir su futuro, les envenena, les alista y les manda a morir por nada, por la palabra patria, por sentimientos inventados, por intereses comerciales, egoístas por apropiarse de territorios ajenos siempre con un fin monetario. Esto es indigno, esto es esquizofrénico, esto es malvado, terrible, desgraciado, destructivo, un fracaso de la relaciones humanas, es el infra nivel humano.
Lo mismo sucede cuando los medios comerciales, los negocios, acaban con el deleite de comer unas frutas del tiempo, recogidas en su momento de maduración óptima para que sea fruta y no un trozo de madera verde, sin sabor, sin dulzor, y a un precio casi prohibitivo. Sucede igual cuando a los animales les asesinan a corta edad, engordados con celeridad, envenenados con sustancias adicionales que permitan el engorde, alimentados artificialmente, que todo pase a la cadena alimentaria, que nos enferme, y que no haya ningún gobierno que lo impida. Así sucede también con todos los alimentos y bebidas, todos con sustancias ajenas al principio del alimento o la bebida que sea, para que todo se pueda conservar y permanecer en las estanterías de los supermercados. Que fabriquen diariamente y surtan los comercios a diario, que todo sea del día y para el día, a lo sumo, para un par de días o tres. Las autoridades son parte del ciclo del dinero, juegan a favor del negocio, de los dineros, y de camino se llevan todo el que pueden.
¿No es para estar harto del mundo que entre todos y, principalmente, aquellos que han gozado de tener poder de decisión e imposición a las poblaciones del mundo, han impuesto? No hay horcas ni guillotinas para tanto indecente, para tanta mala gente, para tanto descarriado.
Seguiremos...