jueves, 7 de agosto de 2025

PREDICAR EN EL DESIERTO

 

                                                       Imagen: ilovecompostela.com

    Puedo gritar más, decirlo más alto, emplear palabras más soeces, pero de nada valdrá si la gente sigue programada, si no es capaz de desprenderse de su orgullo, de su prepotencia, de ese hacerse notar, y de ese "yo soy así y no voy a cambiar". Yo no llevo toda la razón ni mucho menos, pero es evidente que esta manera de caminar rivalizando, tratando de imponer, creyéndose en la posesión de la verdad, no escuchando y, muchas veces, no respetando al de al lado, no vamos a ningún sitio más que al que tienen programado los de arriba que vayamos o estemos.

    Solo hay que ver las redes sociales como botón de muestra, ¿Dónde está la humanidad?, la rivalidad, las descalificaciones, los enfrentamientos, sí que están presentes. La programación que ha llegado a clasificar a la gente, también. Unos defienden a los unos y otros a los otros, unos tratan de ofender a unos llamándoles fachas o ultras, y los otros hacen lo mismo llamándoles rojos o zurdos, y es que lo que falta es reflexión, sentirse persona por encima de todo, integrante del conjunto de la humanidad, personas que valoren vivir, la vida y el respeto hacia los demás, lo que sería un gran paso para la humanidad.

    Vuelvo a sentir lo mismo, dolor, rabia e indignación. La gente está perdiendo la vida injustificadamente, salvajemente. Se practica violencia, agresiones, robos, violaciones. Sufrimos invasión extranjera que no siempre viene a buscarse la vida trabajando, porque si que se la buscan, pero a través de la vagancia, de las ayudas, de estar servidos de lo más básico y alguna ayuda monetaria, techo, comida, telefonía, internet, etc. Están abusando de España por el mal gobierno que tenemos, por la mente débil de los políticos, porque solo están para llenarse sus bolsillos, y para vivir una vida colmada de privilegios.

    Somos mayoría, los ciudadanos del mundo somos más que los pocos que tratan y están consiguiendo imponer sus normas. Podríamos conseguir lo que quisiéramos si nos llegásemos a entender. ¡Mira que es sencillo!, hablar de lo que importa, no del circo de los horrores y la inutilidad, en la que nos tienen sumidos los dirigentes mundiales. ¡Hay que ignorarles! ¡Hay que desobedecer! ¡Hay que pensar! Todos unidos debemos establecer un plan para que todos podamos vivir, como siempre debió ser, en orden, con respeto, colaborando entre todos para conseguir las mejores condiciones de vida para todos. Hay que revertir lo que tenemos, porque aunque lo vendieron como lo menos malo, no se lo creen ni ellos. Han impuesto lo que más les convenía a ellos, a los poderosos, a esa minoría que aspira a vivir toda la vida a costa de los más humildes o pobres. 

    ¡Qué difícil resulta que estas sencillas palabras o ideas calen en la gente! La gente está a otra cosa, se embriagaron cuando escucharon que la vida es corta y hay que vivirla a tope, así que escogieron el camino de desmadrarse cuanto pueden, ir de copas, de bares, de estar cuanto más tiempo mejor en medio de ruidos infernales, de compartir lugares insanos para la salud física y mental... ¡Qué más da si van a ser dos días! Siempre están con la perdición que supone el argumento de los dos días. ¡Vuelve a situarte! Eres de la especie humana, por qué vamos a obrar en contra de nosotros mismos, por qué hacer daño a otros, por qué someterse a otros que no nos respetan, por qué no usar el peso que somos como mayoría. Debemos entendernos, escucharnos, unirnos y decidir nuestro camino. Entonces, empezar a andar.

    Seguiremos...

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