Ustedes se preguntarán qué pasó, dejaron de andar en moto, o qué. Tienen razón en cuanto a que dejé de relatarlas aunque nunca dejamos de montar al menos una vez por semana, pero os diré que el motivo fue que llegaba el calor, elegíamos rutas más cortas y casi siempre, por no decir siempre, eran combinaciones de recorridos ya descritos, por lo que consideré no tenía sentido haceros perder el tiempo, ya sabéis que lo considero valioso e irrepetible. Sin embargo, en esta ocasión, no es que hayamos ido a donde nunca fuimos, sino que se daba un motivo especial para nosotros, el amigo Antonio Calero, había quedado en visitar a un amigo suyo y antiguo compañero de oficio, Manuel Morueta, profesor de guitarra, igual que él, y a su esposa Nuria, profesora de guitarra. Describo la ruta motera y posteriormente comparto alguna referencia del encuentro tan agradable y sorprendente.
Salimos a las 8:45h. de Urbanización Pino Grande, término medio entre Sevilla y Carmona, por A-4 dirección hacia el aeropuerto. Continuamos hasta alcanzar la SE-20, y una vez pasamos el Estadio Olímpico tomamos por SE-30 todas direcciones hacia Huelva. Marchamos por A-49 hasta desviación de Huevar para llegar a un punto muy cercano a La Palma del Condado, que nos llevará a El Berrocal. Como he dicho siempre, esta carretera que va hacia El Berrocal parece haber sido diseñada por alguien al que le debía gustar mucho las motos. Es una de esas carreteras que todo motero debe transitar al menos una vez en su vida, solo que al hacerlo, estoy seguro retornará, es de esas experiencias sobre ruedas que te llama para que vuelvas.
De El Berrocal, tras una leve pero enriquecedora parada en el silencio de aquel entorno, retomamos el camino, hacemos esa subida en curva que hay en la primera calle a derechas de las que te encuentras apenas entras al pueblo y nos dirigimos a El Madroño. De nuevo curvas y gozo añadido, como no puede ser de otro modo. Además, al final del camino, ese era nuestro destino de la ruta de ayer, nos íbamos a encontrar con las personas amigas de Antonio, quién había puesto el listón muy alto. Aunque he decir algo una vez convivimos esas casi dos horas juntos... ¡Se había quedado corto!
La referencia que tenía Antonio era que Manuel vivía al final de la calle, conforme se entraba en el pueblo, donde hay una cruz. Al llegar vimos un pequeño parque con bancos y aparatos para que se ejerciten los mayores, pero ni rastro de la cruz, desde allí era imposible verla. Preguntamos a un señor que paseaba un chihuahua y un Siberian Husky - ¿Conoce usted a un vecino que se llama Manuel Morueta? -, y si no recuerdo mal, creo que nos indicó que vivía en esa calle, que teníamos casi enfrente, o que la cruz estaba allí, sinceramente no recuerdo lo que refirió, pero el caso es que aquel hombre delgado y alto, de cabello plateado, hacía gestos con una mano, y hacia él nos dirigimos. Aparcamos las motos en una sombra en la pared frente a su casa, nos saludamos, y la amabilidad que aquel hombre mostraba fue a más... ¡Vaya acogida por parte de Manuel! Nos presentó a su señora, a Nuria, y no puedo decir más que lo mismo, tal para cuál, ¡Vaya dos personas más hospitalarias y cálidas! Pero había una tercera persona, Guillermo Díaz, una persona que nació en el Perú, como él mismo nos dijo, amigo del matrimonio, sabia persona, que conforme se iba abriendo, más profundidad mostraba. Había escrito un par de libros, cuyos títulos nos facilitó, era Don Juan de Castaneda, salvando las diferencias, así es como a mí se me antojaba su persona y la experiencia del encuentro, la charla mantenida, las anécdotas compartidas por Guillermo, etc. Solo puedo dar las gracias por compartir su valioso e irrepetible tiempo con estos dos humildes moteros. Perdón, me despedía sin hacer mención a su inmensa generosidad: Habían dispuesto una mesa para compartir un desayuno con nosotros, termo de café y tostadas, aceite, frutas, queso, tomate, agua fresca...¡No faltaba de nada! y, lo mejor, la calidad humana que se destilaba por cada rincón de aquel acogedor patio. ¡Gracias, muchas gracias!
La vuelta la realizamos saliendo hacia Nerva, seguimos por Castillo de las Guardas para tomar la N-433 dirección a Sevilla, pero cuando pasamos La Venta del Alto, tomamos hacia Las Pajanosas por N-630. Continuamos hacia La Algaba, La Rinconada, buscando Valdezorras, de nuevo A-4, Aeropuerto de Sevilla, y a casa tras este magnifico y especial día de ruta. Aunque describo una ruta que hemos realizado en otras ocasiones, me he saltado la regla de silencio en honor a esas tres personas que tan bien nos acogieron en El Madroño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario