lunes, 18 de agosto de 2025

UN AMANECER CUALQUIERA

 

                                                      Imagen: www.trespm.mx

    Doy los primeros pasos en el exterior de la casa, han de ser las siete de la mañana, la ciudad que tengo a un lado de la vivienda, allá lejos, se mantiene encendida, iluminada. La luz ambiente va aumentando mientras hileras de coches descienden por las carreteras, unas vías son más rápidas que otras, las luces cambian de posición a diferentes velocidades. Los gallos comienzan a cantar, celebran el amanecer, y los perros les acompañan con su ladrar, se inquietan por algo, o bien reprochan los cantos de los gallos.

    La depuradora ha comenzado a funcionar, ha de estar programada para las siete de la mañana. Los chorros de agua salen despedidos hacia el vaso de la piscina, su rumor acuoso es relajante. Cojo una silla de jardín y me siento próximo a la piscina para que su chisporroteo me acompañe, junto con el canto de los gallos y el ladrido de los perros. Frente a la casa hay dos pequeñas montañas, dos elevaciones sencillas que abrazan a mi izquierda a una leve cordillera de montes. Si continúo mirando hacia la izquierda veo la ciudad encendida, a la que me referí antes, debe ser Pechina, pienso yo, que soy una de las personas del mundo que peor se deben orientar. No salgo de la parcela donde me encuentro casi por miedo a no saber volver, si fuera un palomo mensajero me perdía en el primer vuelo.

    La luz avanza, crece el día, viene naciendo, aunque las calles de estos alrededores están vacías, no las transita nadie, no se ve a ningún alma. Sigo sentado en la silla, contemplando como la noche se despoja del pijama. En la localidad que veo desde aquí, allá a lo lejos, creo es Pechina, aprecio movimiento de luces en una y otra dirección. Las hormigas obreras han de acudir a sus obligaciones, las personas se están desplazando hacia sus puestos de trabajo, el nuevo día comienza... ¡a ver qué nos depara!

    Hay un perro que no deja de ladrar, no puedo ver qué es lo que le está incitando a ello, hará labores de vigilancia, tal vez se sienta provocado por el canto del gallo, y quiera acompañarle, hacer su coro, o tal vez se sienta solo y tenga miedo. La temperatura fuera de la casa es ideal en este momento, comparada con la que nos castiga cada día cuando comienza a apretar. Estoy más hacia el Este, aquí amanece un poco antes, pero la luz sigue sin ser totalmente clara. Ayer tarde hablé con mi nuera, decía que en Sevilla, sobrepasada las nueve de la noche, seguían con los cuarenta grados, que era insoportable. Estaban haciendo algo de tiempo para sacar de paseo a su perrito, no lo podían hacer más temprano. Ella está como un bombo, embarazada y a pocos días de parir, así que la calor le es inaguantable, ¡ánimo que esto termina!, tú darás a luz a tu pequeña Davinia, y el verano dará paso al otoño, y espero que a temperaturas más moderadas.

    Esta hora se vuelve incómoda, al amanecer los mosquitos vuelven al ataque, ya han digerido la sangre que te extrajeron en la noche, y vienen a por otra ración. Los echa del brazo y se van a las piernas, y viceversa. Me recuerdan a las moscas, sobre todo a esas nuevas, pequeñas y juguetonas, que provocan que te estés dando guantadas en cara, brazos y piernas, todas las horas del día. Aquí, abajo, cuando hay calor, tenemos que soportar a moscas y mosquitos, es un no parar, tanto es así, que yo me voy de donde esté con la esperanza de despistarles, pero han de ser otras, o es que saben seguirte estupendamente.

    En mi casa no tengo piscina, no es como donde estoy ahora, que hay una. En varias ocasiones a lo largo del día se pone a funcionar la depuradora, el agua se mantiene bien limpia, el uso tampoco es demasiado, igual solo somos tres o cuatro personas las que coincidimos en el agua, y debo reconocer que relaja, que darte un baño antes de almorzar o de cenar, produce relax y te induce al sueño. Ya las moscas y los mosquitos, dependiendo de la hora que sea, se encargan de que vuelvas al mundo material, cuando eso ocurre dejo la silla y camino un poco. 

    Me vuelvo a sentar y aparecen las tórtolas, vuelan y se posan en el tendido eléctrico o sobre los postes que los sostienen. Aparece otra tórtola, da un vuelo por encima del tendido eléctrico y acaba posándose cerca de la otra tórtola, pero no se han de llevar muy bien, pues ha decidido volver a emprender el vuelo y la ha dejado allí con par de narices. Ahora hay más de tres, vienen y van, surcan el cielo en un vuelo de planeo, lo hacen como si fueran hacia las montañas que hay enfrente, así hasta que se pierden. De nuevo, un ataque de los mosquitos, si te quedas quieto eres presa fácil, de la pierna al brazo, del cuello a la cara y a la oreja, no a todos los sitios al mismo tiempo, que parece esté esto minado. No es así, hay tres, pero hacen como si fueran veinte.

    Las altas temperaturas, la falta de vegetación y los incendios para más inri, son la pescadilla que se muerde la cola. La calor habría que combatirla con más sombra, con más árboles, pero Andalucía ha sido la campeona en latifundismo, en grandes extensiones de terreno, alguna vez dedicada al cultivo, otras a la recaudación de subvenciones. Hay que sembrar millones de árboles por todos sitio: en campos, montes, ciudades, etc. No se pueden diseñar plazas en ciudades, como hizo el alcalde de Madrid, y dejarla sin ningún árbol, talar cuantos había y dejar una extensa superficie totalmente diáfana, sin ninguna sombra.

    Ya lo dejo aquí, espero que todos podáis disfrutar de un hermoso día, que os pasen cosas buenas, y tengáis capacidad para resolver todos los contratiempos que la vida os depare. 

    Seguiremos...

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