Entiendo, y no puede ser de otro
modo, que el conductor del tren que sufrió el accidente, hace tres días, en las
cercanías de Santiago de Compostela, no ha provocado de forma intencionada el
desastre luctuoso, en el que se ha convertido este suceso. Tengo que entender
que esa persona ha debido de cometer un error, un olvido, por supuesto
irresponsable dado el fatídico resultado derivado de los hechos.
Muchas personas inocentes e
inconscientes de lo que iba a suceder, cuyas vidas estaban en manos de aquella
persona, difícilmente podían esperar un accidente de estas características, tan
violento, tan dramático, mas cuando se encontraban tan cercanos a la estación,
destino de aquel viaje inconcluso.
Hay personas que no se explican
lo que ha pasado, y es legitimo preguntarse por los por qué de lo sucedido: por
qué se arrebata la vida a tantas personas en unos segundos, por qué tantas
personas han de vivir tanto dolor, por qué quedan desmembradas tantas familias,
y en definitiva, por qué hay que pasar por todo esto a cambio de nada.
Cómo es posible que se circule
por una curva con una velocidad limitada a 80 km/h, y se pase a 190 km/h, algo
más del doble de la velocidad permitida. Irremediablemente tengo que pensar que
el conductor se despistara, no se percatara de la curva ni de la señalización.
Dónde estaba la atención del conductor segundos antes de que sucediera el
accidente.
Todos cometemos errores en
nuestra vida, pero cuando de tu responsabilidad dependen tantas vidas, la
atención ha de ser constante durante todo el viaje. No hay lugar para perder la
concentración, ni para que se interpongan los problemas personales, porque esta
en juego la vida de muchas personas, y tú no te puedes convertir en el verdugo
de todos esos inocentes. Nadie se puede erigir en el dueño de la vida de los
demás, por lo que si no se está en condiciones de ejercer adecuadamente sus
funciones o trabajo, hay que tener la suficiente valentía para comunicarlo a la
empresa, porque el precio es desorbitado e inimaginable.
Muchas personas sufren porque
otras muchas han visto truncadas sus vidas y proyectos. Todo porque alguien se
tomó la libertad de perder la atención en lo que se traía entre manos, dando
como resultado esta ruptura en la normalidad de los españoles, porque de algún
modo todos nos hemos afectado por la magnitud del suceso, y por las perdidas,
así como por el dolor que sufren las familias de los fallecidos.
Ya el daño es irreparable, pero
si se pueden evitar otros hechos parecidos, si se trabaja con mayor
responsabilidad, si se emplean mayores medios de control: humanos y tecnológicos,
porque hay nivel técnico y equipos para evitar accidentes como el de Santiago
de Compostela.
Si todos hiciéramos nuestro
trabajo con el mayor amor posible, con la mayor dedicación, siempre pensando en
los demás, con otra actitud, y en muchos casos con mayor aptitud, como para
remediar contratiempos de todo tipo; todo se haría de una forma tan hermosa. Se
pondrían de manifiesto los valores, el respeto, y nos cuidaríamos mutuamente,
nos importaríamos más los unos a los otros.
No pueden suceder accidentes
porque una empresa deja de poner sistemas de protección, prevención y seguridad,
para ahorrarse la inversión. Sabemos que esto está ocurriendo, las empresas
corren riesgos van en muchos casos a lo mínimo buscando hacer el menor gasto, y
en estos casos puede existir el peligro de fatalidades como esta.
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