Cuando crees que lo tuyo es lo
mejor, dejas de prestar suficiente atención a lo que tienen que aportar los
demás. Cuando te fuerzas por hacer prevalecer tus ideas, privas a los demás que
se expresen con libertad. Cuando reconoces algo en otros, es porque tú también
tienes ese algo. Estos son sólo simples ejemplos de actuaciones que todos
repetimos a diario, además de criticar, además de tratar de dar una imagen
mejor de la que poseemos, etc.
Tenemos que mirarnos con mucho
cuidado, ya se que no somos angelitos, pero podríamos tratar de ser mejores
cada día, esta es mi propuesta. Y esa otra persona no hace o dice ciertas cosas
por un capricho personal, también vive las imposiciones de otros, tiene sus
problemas, vive rodeada de sus circunstancias, tiene una educación, una
formación, unas experiencias, y todo ello condiciona su respuesta. Pero si ya
somos conscientes de ello, tendremos que comprender, dejar de acusar, de
castigar, y de condenar. No podemos seguir conviviendo desde la desconfianza,
desde la exigencia, y mucho menos desde la incoherencia. Vamos a respetarnos,
insisto en esto cada día porque no nos queda otra; pues estamos viviendo
juntos, compartimos existencia, tiempo y espacio. El único reducto hacia la
felicidad es ocupar el centro de quienes somos, ver, comprender, aceptar,
amarse y amar.
Hay que crear positividad, hay
que difundir lo positivo, hay que perdonar, no ofenderse, no ofender, ser muy
prudente y tolerante, ser flexible, abrirse sin rivalizar ni imponer, y estar
disponible. La energía de la vida nos proveerá porque somos seres completos en
sí, somos la misma energía inteligente que lo es todo. Sin embargo, estamos
desorientados, somos incrédulos, y nos morimos de miedo por tantas cosas…..,
que olvidamos lo esencial y nos perdemos en lo que menos importancia y trascendencia
tiene. ¡Aprendamos, estemos atentos!
No me canso de decir que vivir es
maravilloso cuando se corre el riesgo necesario, cuando se está presente,
cuando se aspira a ser quien eres, y te conviertes en el ser de amor que hay en
ti. Desde la energía que eres, lo ves, lo comprendes todo, y ya no hay vuelta
atrás, pero si caminas con ansiedad es que te has desviado de tu centro. ¡Vuelve
a él, regresa!, lo bueno es que como tu no puedes dejar de ser, siempre puedes
volver a reconocerte, y por tanto continuamente la puerta esta abierta,
constantemente tienes la oportunidad de darte cuenta.
Esto que parece algo extraño te
compete a ti, nos compete a todos porque hablamos de nosotros, aunque pocos nos
hablen de esto y muchos nos hablen de ser más listos para saber ganar el
sustento. Todos hablan de estudiar, de formarse como herramienta para aspirar a
un buen puesto de trabajo, pero nadie me habló mientras crecía y me formaba, de
que yo ya era completo, de que era un ser feliz, de que era un ser de amor, y
de que poseemos unas capacidades, llamémosle mágicas, que necesitan
actualizarse al mismo tiempo que nos formamos culturalmente hablando.
El verbo amar se debería conjugar
en voz pasiva: yo me amo, tu te amas, el se ama, ella se ama, nosotros nos
amamos, y ellos se aman. Al conjugar el verbo de esta forma no hay grieta
posible, no existen esas discontinuidades existentes en la actualidad en las
sociedades modernas. Como ves, cada cual se ama a si mismo y a los demás,
haciendo una mención destacable a: nosotros nos amamos, sin tener en cuenta
esta acción, yo diría que solo hay egoísmo y narcisismo, como se quiera ver;
pero la sociedad adolece de la falta de amor hacia el prójimo, y es urgente que
lo practiquemos. Este es el remedio a los males de la sociedad competitiva, del
mundo de los mercados, del conjunto de intereses monetarios, financieros. Es el
remedio a la corrupción del hombre, porque es el hombre el que se ha corrompido
para llegar a actuar tan indecorosamente, sin ética alguna, con total desprecio hacia sus semejantes, sin respeto alguno a todo lo que la humanidad representa y
ha construido.
En toda esta podredumbre no está
ni el mal, ni el bien, hay que buscarlo en cada uno de nosotros. Somos nosotros
los responsables de lo que hacemos, no podemos culpar a los entes, a las
palabras que los designan: Estado, Gobierno, Administración, Institución, etc.,
son solo términos que engloban a un conjunto de personas con tal o cual función
que acometer. Por tanto, son las personas y no las palabras, las que tienen que
proceder de un modo recto, coherente, ético, legal, y responsable.
Todo ello se alcanza cuando tú
quieras, cuando te desenclaves del punto inestable al que el tsunami social te
ha empujado, y que tú decides ocupar por los motivos que fueren, y en los que
no entro. Eso lo tendrás que ver y resolver tú, pero si quieres un futuro
diferente, tienes que empezar a hacer cosas diferentes, sentir de manera
distinta y amar más a la gente.
Aquí está sucediendo que la gente
se ha lanzado a por sus intereses, lo cual es muy loable, pero lo ha hecho
dejando a un lado el amor hacia los otros y todos los valores, que he ido
refiriendo y que difícilmente se pueden distanciar del amor; lo que ha
provocado una desestabilización de las personas. La base ha de ser firme y se
ha olvidado, se extiende la incomprensión, la incoherencia, la critica, la
rivalidad, y nacen: la ira, el odio, y la capacidad de destruir. Todo lo
contrario que sucede cuando crece el amor, así que o atendemos nuestro ser, que
es nuestro aspecto espiritual, mágico y extraordinario, o seguimos siendo seres
errantes. Cada uno de nosotros tiene que decidir no solo por su bien, sino por
el de toda la humanidad.
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