Hoy es el segundo día que no
termino de ver una de mis tertulias favoritas, bueno, ha sido una de las que
más veces he visto en televisión, pero estoy llegando a la saturación de tantas
discusiones políticas y sociales.
Como al ciudadano lo único que no
nos han recortado es el derecho a debatir, por el momento, la gente habla y
habla, discute entre ellas, alcanzan tonos dramáticos, se insultan, y esto es
indigerible, infumable, y aunque en muchas ocasiones aportan datos esclarecedores,
la mayoría de las veces son acusadores. Con esto no solucionamos ninguno de los
problemas que padecemos socialmente. Nos han dejado el derecho al pataleo, y
está bien hacer el uso de ello, pero lo lamentable es que en lugar de buscar
soluciones se da pábulo a lo que hacen o dicen los otros; propiciando la
discusión entre los tertulianos, y no estoy dispuesto a tragarme los tonos
despectivos de algunos, porque pierdo el tiempo.
Todos tenemos cosas mejores que
hacer y que nos gusten más, estoy seguro de ello, se que podemos emplear
nuestro tiempo de una forma más provechosa. La fuerza se nos va por la boca, y
los que crearon este sistema cerrado y blindado, se ríen de nosotros, nos
ignoran, nos consideran solo contribuyentes de las arcas públicas, y votantes
cuando a ellos les interesa. Por eso, solo nos valen las movilizaciones, las
acciones, las proposiciones y las medidas de presión sin violencia. Gándhi hizo
lo que hizo, expulsar a un país más poderoso que el suyo, con la insistencia de
su lucha pacifica, dejando de consumir los productos ingleses, y con la
desobediencia civil pacifica. Gandhi nos dio todo un ejemplo a seguir, si
queremos realmente expulsar a los usurpadores de nuestro bienestar.
Lo demás, como los programas
televisivos, donde la gente grita por creer que así tienen más razón o convencen
más, son solo rellenos de entretenimiento que no nos llevan a ningún lado
importante para nosotros, y por tanto para toda la humanidad. En primera
instancia despierta la indignación, como motor para salir andando y actuar,
pero nos quedamos cómodamente en casa, sentados o echados en nuestros sofás,
dejando que pasen las horas escuchando lo que quieren decirnos, interrumpiendo
los momentos más álgidos con la puñetera publicidad, llenando las cabezas de
los consejos consumistas, y de vuelta a la discusión. De verdad que así no
vamos a arreglar nada.
No podemos consentir que nuestras
vidas se repartan entre obligaciones de trabajo, y bla, bla, bla. Hay buenos
libros, libros importantes, libros que le hablan a nuestro corazón, libros que
incitan a la reflexión. Podemos sentarnos en silencio, contemplar, pensar,
proyectar, dialogar, aprender, amar, y todo ello nos revitalizará, atraerá
positividad a nuestras vidas. Hay otras muchas cosas que podemos hacer, como
las que he mencionado, cambiamos de hábitos y ya está resuelto. No es tan
complicado ser tú, en lugar de convertirte en lo que el complot mundial ha
decidido que seas. El complot mundial usa los medios de comunicaciones masivos
para invadirnos, pero ahí estamos nosotros para decidir que queremos ser. La
decisión ha de ser solo nuestra, porque es nuestro derecho, nadie lo tiene
sobre nosotros, o al menos no debemos permitir que lo tenga.
Somos adultos y personas, no
somos sus mercancías, por mucho que algunos hayan planificado un mundo a su
medida y según sus criterios e intereses. Lamentablemente el mundo se está
moviendo así, y es necesario que te des cuenta, que despiertes y escribas, como
quieras, las páginas del libro de tu vida.
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