Cada día es más frecuente ver a
conductores, muchas veces, jóvenes que van conduciendo mientras utilizan los teléfonos
móviles. Hace unos años ya lo prohibieron, y eso que lo que se podía hacer con
él era realizar una llamada, una tarea mucho más ligera que mandar mensajes, y
ya no digamos jugar, mantener conversaciones con whasapp, o cosas por el
estilo.
La tecnología ha cambiado, ha
avanzado y con los dispositivos más avanzados que tenemos hoy, se pueden hacer
muchas más tareas, necesarias e innecesarias, o de simple entretenimiento. Esto
no es malo en sí, cada cosa tiene su tiempo o momento, pero hay que hacer un
uso razonable de los artilugios, equipos o aparatos que están a nuestra
disposición.
La insensatez de ciertas personas
pone en peligro su vida y la de los demás. Me he topado en varias ocasiones con
personas distraídas, yendo al volante de un vehículo, entorpeciendo la marcha, ralentizándola,
mostrando inseguridad o vacilaciones con su automóvil. Todos ellos, signos de
ir atentos a sus móviles en lugar de llevar su atención en el tráfico, como he
podido constatar cuando les he adelantado.
Vas detrás de sus vehículos, y
ves que llegan a una incorporación, desde una red secundaria, y no aceleran
para adecuarse a la marcha de los vehículos de la vía principal, además te
dejan en una situación crítica porque lo que esperas es esa maniobra de
aceleración, y sucede lo contrario porque van distraídos, sin atención e
inseguros, pues sus cabezas siguen en el mensaje que escriben rápidamente con
sus dedos, en el teclado de sus móviles que llevan apoyados en el volante. ¡Es increíble
y terrible la inconsciencia de estas personas!
Reitero lo dicho anteriormente,
hay tiempo para hacer uso de todo, pero cada cosa tiene su tiempo, aquel que es
el más apropiado como para no poner en riesgo la integridad propia, y la de los
demás. Todos hemos sido jóvenes, a casi ninguno nos ha gustado que nos obliguen
hacer algo, hemos desobedecido con mayor o menor vehemencia o convicción,
mostrando así nuestra rebeldía; pero hay cosas que adolecen de sentido común y
que se asemejan a jugar a la ruleta rusa.
La vida es demasiado valiosa como
para ser motivo de apuestas, y las personas más jóvenes actúan como si esto no
fuera con ellos, de ahí que cometan exceso en muchas de sus actividades,
relaciones, juegos o entretenimientos: Alcohol a tope, drogas con mucha
frecuencia, demasiado tabaco, sexo sin control o sin protección, juegos de rol
en los que se juegan la vida o ponen en peligro la vida de otros, o como
comenzaba el escrito haciendo una conducción temeraria por los motivos que
fueren. Bien es verdad que no solo los jóvenes, ni todos los jóvenes, son los
responsables de accidentes y acciones temerarias, también se emborrachan
algunos adultos, y con la misma negligencia se ponen al volante de sus
vehículos.
La tecnología es maravillosa,
todos los avances sean del área de la ciencia o de la vida que sean, son
formidables. Además de buenos y positivos son necesarios, algunos salvan vidas
y otros nos la hacen más cómoda o fácil, pero lo que no podemos ni debemos
olvidar es que sin vida no hay nada para esa persona, ¿para qué te la vas a
jugar? Cuando tú no te la juegas porque comprendes de la importancia que tiene,
de los proyectos que tienes aún que realizar, etc., seguro que te cuidarás de
preservar la de los demás, o al menos no las pondrás en peligro gratuitamente.
¿A como ahora ya me vas entendiendo?
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