Ya está, no es agradable, pero
hay que hablar de ello, hay que poner fin al tabú, debemos pasar el duelo, es
necesario. Cada cosa vivida tiene principio y final, hay un antes y un después,
nada perdura para siempre, todo lo material tiene una fecha de caducidad más o
menos próxima. Y cuando se terminan hay que olvidarlas para pasar a lo nuevo,
es por ello necesario pasar página desapegadamente, para poder vivir
ampliamente con todo nuestro potencial.
De entre todas las muertes, por
así llamarle, la muerte de las personas es la más sentida y la que mayor dolor
produce. No obstante, tendríamos que cuantificar equilibradamente los efectos,
las consecuencias sobre nuestras vidas y nuestra salud, pues aquello que es
inevitable no merece el derroche, puesto que no se puede hacer nada para
remediarlo. Este proceder se puede confundir con indolencia, frialdad, o desamor.
Hay que aprender a aceptar hasta
en estos momentos más dramáticos o más desgarradores, porque la vida sigue y
hay que seguir levantándose, cumpliendo con nuestras obligaciones, y no podemos
dejar que el recuerdo y el daño que nos provocamos nosotros mismos, nos aparten
de la circulación, caigamos enfermos, etc. De ningún modo hablo de no llorar a
nuestros seres queridos que dejan de estar en este plano existencial, y quién
sabe si permanecen o no, en otros planos o dimensiones. De hecho hablo de hacer
el duelo, pero un duelo con fecha de caducidad, no como a veces veo que hay
personas que no fueron capaces de poner fin, y viven el resto de sus vidas
inmersas en la angustia y el dolor.
Como conocemos las cosas, todo
tiene un principio y todo tiene un final más o menos lejanos, pues del mismo
modo, considero ha de suceder con las pérdidas humanas. Estuvo, disfrutamos de
nuestra mutua presencia, nos ayudamos y nos quisimos, pero la realidad es que
se terminó, e irremediablemente la vida sigue. Así que cuanto antes pueda
enterrar los recuerdos, el dolor y demás sentimientos o sensaciones que
pudieran portar negatividad, y antes recobre la alegría, la sonrisa, y las
ganas de seguir viviendo, antes se normalizará la relación con los demás.
Según comentan algunos
estudiosos, portamos ciertas cargas sutiles, procedentes de nuestros ancestros,
que se manifiestan en forma de ciertos desequilibrios, trastornos o
enfermedades, y que igualmente sería
necesario reconocer, para hacerles el duelo pertinente. Para enterrarlos, o
para ser devueltos a sus puntos de origen, porque no nos corresponden. Podemos,
una vez averiguada su procedencia, devolverlos con algún regalo, que se compró,
se preparó, se llevó, y se entregó con esa intención; e incluso se le
transmitió en la entrega nuestro deseo de dejar con el obsequio todo aquello que
no nos corresponde, indicando que es suyo y no nuestro, y que ya no queremos
llevar a cuesta, soportar, o cargar con ello por más tiempo.
Los efectos ya vendrán, aunque la
liberación se sentirá de inmediato al igual que en aquellas ocasiones que necesitábamos
cerrar un círculo, algo que quedó abierto o inconcluso, que consumía nuestra
energía, o que tal vez no teníamos la valentía suficiente de afrontar, y por
eso seguía dando vuelta en nuestra cabeza. Te hace sentir mal, te irrita, hasta
que decides que ya está bien, y lo enfrentas. El resultado es la liberación, la
descarga de aquello que no era tuyo, pero con lo que decidiste cargar un día.
Somos nosotros los responsables
de lo que nos sucede, cuando dejamos las cosas sin concluir por falta de
valentía, o bien cuando le damos demasiado importancia a lo que dicen los otros
y dejamos que aquello nos invada, nos mine, nos enoje, etc. Somos nosotros los
únicos responsables de todo lo que vivimos, porque hemos elegido vivirlo de tal
o cual manera, porque siempre se ha hecho de tal o cual forma. Tenemos la
cualidad de poder mantener el control de nuestra mente, pero dejamos que se nos
escape cuando nos sometemos en un completo acto de incoherencia a lo que
quieren otros.
Nuestra tranquilidad solo nos la
podemos arruinar nosotros, y nuestras vidas pueden llegar a ser tan hermosas
como nosotros elijamos que sean. Tenemos las herramientas necesarias para crear
la vida que nosotros deseemos tener y vivir.
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