Tenemos que
cuidar más el estar quejándonos constantemente, pues esto no nos conduce a
ninguna parte. Sobre todo, debemos cuidar más no estar vertiendo nuestras
quejas sobre los demás. Hablemos de cosas constructivas y positivas, razonemos
y demos la vuelta a las situaciones, seguro que se puede buscar el lado bueno
de las cosas.
Lo inevitable,
ya la propia palabra lo dice, no tenemos más narices que pasar por ello, pero
no lo alimentemos, no nos detengamos más de lo preciso en ello. Vivámoslo y
pasemos a lo siguiente, pues no merece la pena que perdamos el tiempo en
lamentarnos.
En esto
debemos ser más expeditivos o prácticos, como cada uno lo entienda, y nunca
olvidemos que si el problema tiene solución, para qué nos vamos a preocupar. Y
si el problema no tiene solución, igualmente, para qué nos vamos a preocupar.
¿Vamos a adelantar algo con preocuparnos?, ¿somos mejores por ello, o somos más
idiotas? Hay que reflexionar este asunto.
La vida tiene
contratiempos que una vez llegan no hay más remedio que abordarlos, actuar y
seguir adelante. No veo otra forma de hacerlo. ¿Para qué nos vamos a complicar
más? Muchas veces nos enredamos en la historia y agravamos la situación, la
vivimos colmada de dramatismo, contagiando a los de alrededor. Nos enojamos, lo
personalizamos y con ello conseguimos dejarlo todo a nivel del ego. Al final,
todos se sienten mal. ¿Hemos subsanado algo? Nada, solo hemos creado un clima
de tensión y malestar. Por eso, debemos ser más cautos y reflexivos, en lugar
de ser tan impulsivos.
A nadie le
pasa nada y todos nos indisponemos mentalmente, porque dejamos que nuestra
mente pulule libremente y produzca los pensamientos que ella quiere, no los que
desearíamos nosotros. Podemos sentirnos perfectamente, y si vivimos una
situación, veremos que nuestra mente enseguida fabrica un pensamiento o muchos
pensamientos alarmistas o catastrofistas, y nos indisponemos. Esto es lo que
debemos evitar, mirando de otra manera lo que sucede, actuando y confiando más
en nosotros, no permitiendo que nuestras mentes divaguen a su antojo. En los
momentos difíciles algo en nosotros sabe cómo debemos actuar, sentirse
profundamente y ponerse en marcha, en vez de consumirse con la charlatanería de
la cabeza.
Ya sé que
somos personas y tenemos sentimientos, nadie trata de no vivirlos o anularlos,
pero solo lo necesario, sin añadir palos a la candela, que es lo que solemos
hacer. Hay que comprender lo que es inevitable, lo que ya ha llegado y, sobretodo,
lo que no depende de nosotros, ¿nos vale en esos momentos perder la calma? Para
nada, no nos ayuda en absoluto, al contrario, lo pasamos mal y lo peor que nos
vamos contagiando y nos convertimos en un mar de lágrimas, queja y pesimismo,
que no van a ningún sitio y no aportan nada positivo.
Sé que lo
vamos a conseguir, que todos podemos dar un pequeño giro en nuestro
comportamiento que nos va a ayudar enormemente. Comencemos observándonos en los
pequeños detalles, en nuestra forma de digerirlos, y llegaremos a saber
gestionar los grandes asuntos.
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