Disfruta de
todo lo que haga, observa en silencio, interioriza, lee, aprende, mira tu
mente, qué dice, qué planea, en qué piensa. Hazte consciente de tu cuerpo y de
tu mente, siente, percibe, sonríe, alégrate por todo cuanto te toca vivir y
saca una enseñanza de todo.
Mantente
despierto, observador, abierto y disponible, presto a ofrecer colaboración
desinteresada, a dar amor, a ser amor. Aléjate de la negatividad, de los
pensamientos destructivos, de las rivalidades sin sentido y ofensivas. No
agreda ni con tu palabra ni con tus actos. Trata de ayudar siempre, acércate a
los demás, limpio, desnudo, transparente.
Este mundo y
esta sociedad los podemos cambiar, tienen necesidad de cambiar, y no solo como
anuncian los predicadores políticos. Tenemos la potestad y la capacidad para
hacerlo, pero todos de golpe, va a ser imposible salvo que ocurra algo
excepcional. Por tanto, hagámoslo poco a poco, de uno en uno, nosotros mismos,
cada uno de nosotros. La observación continua y el deseo de llegar a ser
mejores para con nosotros mismos y con los demás, incorporando a nuestras vidas
valores más humanos, amor, mayor respeto por todos los demás, etc., lo hará
posible.
Nadie está
impedido o discapacitado para crecer, todos tenemos capacidades y oportunidades
para hacerlo. Muchas veces esto pasa por hacer lo difícil, lo que se cree no
podemos abordar o solucionar. Vivir momentos críticos, mantener la actitud
adecuada ante las adversidades nos ayuda a elevarnos como personas. Por eso,
cuando llegan nuevas situaciones, son solo eso, nuevas situaciones, ni buenas
ni malas, y debemos tener la valentía o el arrojo necesarios para vivirlas y
salir airosos, aprendiendo la lección adjunta a la situación.
Ninguna
situación nos va a matar. Nos mataremos nosotros con nuestra actitud hacia la
misma. Es nuestro descontrol mental, nuestro nerviosismo o nuestros miedos, los
que nos empeoran nuestro hacer. Lo que está sucediendo, ya está ocurriendo, es
inevitable, así que resolvamos con diligencia pero sin perder el control. De
nada ayudan los nervios, la excitación o los miedos, sino para anularnos e
impedirnos actuar. No le demos oportunidad a la mente a que coja la delantera y
se dispare como a ella le venga en ganas, o como aprendió a hacerlo. Debemos
tener confianza en nosotros y decirnos que nosotros podemos hacerlo, que es una
experiencia que nos llega y nos llega para que crezcamos, así que vivámosla
plenamente, conscientemente, y démosle la solución que mejor nos sea posible.
Seguro que lo vamos a lograr.
Confía en ti,
en tu cuerpo, en tu mente y en la energía inteligente de vida que eres, ella
sabrá qué hacer. Démosle oportunidad de expresarse, veréis que en los momentos
críticos o urgentes, toma el mando y resuelve. Cualquiera que se haya
encontrado en situaciones, llamémosle límites, sabe de lo que hablo. Cuando
emerge, lo hace con serenidad y dominio, sin dejar ninguna duda de lo que se ha
de hacer en aquel instante ante esa situación. ¡Todos podemos, tú puedes!
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