Lo que hicimos
ayer ya no existe, solo es un recuerdo, un pensamiento, algo que no está en
ningún sitio. Lo que proyectamos hacer mañana, tampoco existe, vuelve a ser un
pensamiento y no está en ningún lugar. Solo existe el momento presente para
hacer lo que se tenga que hacer o sentir lo que se tenga que sentir, para decir
lo que se tenga que decir. Es en este momento en el que se está vivo realmente,
el resto es fantasía o imaginación.
Hay personas a
las que les gusta pasarse la vida soñando, situadas en el pasado o en el
futuro, sin vivir el momento presente. Solo existen los momentos presentes,
unos tras otros, solo vivimos un presente continuo. Tenemos que estar
despiertos al momento presente, como dicen algunos sabios: “aquí y ahora”.
No podemos
pasarnos la vida imaginando, que es lo que hacemos el noventa por ciento de las
veces. Estamos siempre pensando, divagando e interpretando cosas que después resultan
diferentes. Cuando hacemos eso, el momento presente está transcurriendo sin que
lo estemos viviendo. Debemos saber cabalgar sobre el “aquí y ahora”. Siempre,
este preciso instante. La vida es eso, una sucesión de instantes en los que
debemos estar presentes, con todos los sentidos si nos es posible. Eso es estar
vivos o conscientes.
Nos hemos
convertido en ludópatas del juego de la mente. Nos pasamos casi todo el día
fabricando pensamientos que nos distraen, pero que nos abstraen de la realidad
del instante. Por el contrario, lo que debemos aprender es a vivir más
intensamente cada momento que se nos da en nuestras vidas. Cuando estemos
haciendo algo, que solo estemos ahí, que toda nuestra atención esté puesta en
aquello que hacemos, concentrados y sin que exista alguna distracción. Las
distracciones mentales son las más frecuentes y nos invaden sin apenas darnos
cuenta. Por eso hay que estar atentos, si se puede a lo que se hace y a
nosotros, para que la cabeza no se dispare y vaya por libre. Cuando suceda,
miremos que estamos pensando, lo vemos, no luchamos, y con suavidad volvemos a
dirigir toda nuestra atención a lo que estábamos haciendo. Actuando de esta
forma, una y otra vez, nos reeducamos y vamos tomando el control nosotros. Le
vamos cortando las alas a la mente, para que no se dispare a su antojo.
Puedes estar
pensando que no es fácil, que sucede sin darte cuenta, pero si tienes la
intención de vivir el instante, de estar más despierto/a, tardarás más o menos,
pero te descubrirás distraído/a y podrás retornar una y otra vez al momento
presente. Con el tiempo te costará menos y tendrás mayor concentración, te será
más fácil mantenerte en la realidad del instante.
En cada uno de
nosotros, que no hemos sido educados para vivir despiertos, suceden cantidad de
cosas y reacciones de un modo automático. Nos hemos convertido en algo parecido
a ciertas máquinas, con unas conexiones eléctricas, dispositivos electrónicos y
programas, que hacen que las cosas sucedan. Pero nosotros podemos tratar de
situarnos en el instante que se está dando y descubrir lo que está sucediendo.
Al principio no seremos capaces de impedirlo, pero ya será un gran paso darnos
cuenta de qué está ocurriendo. Ese es un buen comienzo.
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