Rajoy no va al
debate a cuatro porque dice haber debatido mucho a lo largo de su vida
política. Tal vez no vaya porque se bloquea en demasiadas ocasiones: “Un plato
es un plato, y un vaso es un vaso”, “En España hay muchos españoles”, o cuando
fue arrinconado por Alsina cuando le argumentó que según la Constitución los
catalanes por haber nacido aquí no pueden perder la nacionalidad española si no
renuncian a ella. Solo se le ocurrió añadir al haber sido pillado: “¿Y la
europea?
Claro que
tiene el PP problemas de comunicación, solo hay que ver su cabeza visible para
entenderlo. Y sin guión es tan malo que en la ruedas de prensa no solía admitir
preguntas de los periodistas, posteriormente se escondió en el plasma para que
nadie pudiera interrogarle, y ahora decide no ir a debates públicos a carearse
con el resto de los lideres políticos candidatos a la Moncloa en las próximas
elecciones.
El PP tiene
problemas de corrupción, yo diría que padece, valga el símil, metástasis. Ha
demostrado en esta legislatura que los tumores le salían por toda “la piel de
toro”, es así como algunos llaman a España. Por eso se han quedado sin piel
como aludía Rafael Hernando en el video propagandístico, en aquella reunión de
amigos, cómodamente sentados en sofás, alrededor de una mesa bajita.
Estos, de la
corrupción extendida y diseminada por los pueblos y alcaldías en las que gobiernan,
son los que van a salvar a España de la debacle con la que han colaborado, gracias
a los continuos casos de atracos y saqueos cometidos. Estos, que se esconden y
mienten más que hablan, los que nunca traspasarían las líneas rojas de las
pensiones, la educación y la sanidad, que no iban a subir los impuestos. Estos,
que se esconden porque no saben qué decir cuando son interrogados sobre temas
sensibles y delicados, que no dan la cara, ¿en estos tenemos que confiar los
españoles?
Lo que lamento
es que todavía siga la escisión de las dos Españas, la de derecha y la de
izquierda, y que no haya una sola España, la del sentido común, esa es la que
no veo en ningún sitio. Cualquier ciudadano es capaz de ofrecer ideas o planes
para terminar con la corrupción, para poner fin a tal o cual injusticia, hacer
propuestas para conseguir una España industrializada y rentable, pero los
empleados nuestros bien pagados, solo saben parchear sin terminar con ninguna
de las lacras de las que adolece nuestra sociedad y nuestra política. Entran en
el sistema de los aplausos, las cumbres, las reuniones, los viajes y las
comidas, y con ello se deben sentir importantes. Desde entonces se dedican a
salir en la foto y hablar en clave que casi nadie les entiende, no resuelven
nada de lo importante y, sobretodo, de lo que nos conviene a los ciudadanos.
Otra inauguración, otra foto, se dan cobertura entre ellos, ponen cuantos palos
pueden en la rueda de la justicia y manipulan cuanto pueden. Se valen de sus
relaciones y de sus cargos para hacer negocios privados o para sus amigos, y
cuando dejan la política entran a trabajar en algunas de esas empresas a las
que han beneficiado.
La política
tal como está concebida actualmente es una gran mentira, es una fuente de subvención
de todos los que se acercan a ella, un gueto de privilegios y maldades, que son
protegidas con el apoyo de las fuerzas de seguridad del Estado. El que piense
diferente es un anti sistema, ¡vivan los anti sistemas!, porque gracias a ellos
el gueto de privilegios peligra, que es lo que les duele a todos los que se
sirven de las Instituciones para sacar provecho propio.
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