La Organización
Mundial de la Salud (OMS) recomienda no consumir carnes rojas y mucho menos los
productos elaborados con carnes rojas. Han declarado que comerlos regularmente
puede incrementar el riesgo de sufrir cáncer de páncreas o colon, hasta un dieciocho
por ciento más. Han aconsejado no consumir más de cincuenta gramos al día.
Todo es malo
en exceso, ya lo sabemos, y lo cierto es que comemos más de lo que quemamos. De
ahí, el exceso de grasas que casi todos tenemos. Comer nos resulta un placer difícil
de evitar. Nos gusta sentarnos a una mesa bien surtida y picotear de todo, y un
poco de todo hace un mucho, que es lo que nos sucede casi siempre. Por eso,
bebemos y comemos más de lo que necesitamos para vivir, así que lo acumulamos.
El verdadero
problema es ese, no que comamos carnes rojas o unas salchichas, hamburguesas, etc.
Que no sabemos parar y comer una tapita, sino que nos hartamos hasta sentirnos
llenitos, todo bien regado con vino o cerveza, hasta que la “hormigonera” está
a tope. Un día lo hacemos por una cosita, otro por otra, una fiesta, un
cumpleaños, una salida con unos amigos, una cena con la familia, etc.
Encontramos infinitas excusas y oportunidades para llenar el buche, y la
reiteración de tan gustoso ejercicio nos va dejando unas riñoneras la mar de
redonditas.
Ahora en
serio, siempre han dicho los dietistas y los médicos que lo sabio es comer
poco, pero comer de todo. Abundando más en los alimentos más saludables y menos
en los que tienen excesos de grasas, azucares, aditivos, conservantes,
colorantes, etc. Pues el cuerpo se encuentra con cantidad de sustancias que
tiene que eliminar o acumular, sin saber, a la larga, el daño que nos pueden
producir. Supongo que al cuerpo lo que no le vale, lo tratará de eliminar, pero
también creo que habrá sustancias que se eliminen y otras que no puedan
eliminarse. Incluso, habrá sustancias que se eliminen al cabo de un tiempo,
pero que van deteriorando alguna función de nuestro organismo. Tenemos un cuerpo
físico y debemos cuidarlo, ¿no les parece?
Ya mismo
llegan las navidades, comidas de empresas, reuniones de amigos y familiares.
Comidas abundantes, mucha bebida, poco ejercicio. Llega una época complicada
para nuestros cuerpos y una oportunidad para aprender a ser moderados en el
comer y en el beber. Festejemos pero con cabeza, que los daños que nos
provoquemos podemos estar sufriéndolos muchos años, y nuestra calidad de vida
se empobrecerá. Pensémoslo un poco y la próxima vez que nos sentemos a la mesa
practiquemos la prudencia y la moderación.
Es que todo
está muy bueno, y ¿qué hacemos, reventamos?, después comienza el estomago a
quejarse, llegan los ardores, los malestares, la noche sin dormir, el mal
cuerpo, las nauseas, los vientres sueltos. Acuérdese la próxima vez que se
siente a comer, apártese poco, una tapita, una frutita y va a encontrarse
mejor. Obviamente, si hace un trabajo físico mayor, tendrá que comer algo más,
es evidente, pero este no es el caso de la gran mayoría. Si actuamos así, nos
vamos a sentir mejor, estaremos más sanos.
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