Las lluvias estaban siendo abundantes, quizás nada del otro mundo o, algo que nunca hubiéramos visto, o sea, que caer agua con ganas también ha sucedido en otras ocasiones, pero las consecuencias de la casualidad de que la urbanización estuviera al lado de un olivar (espacio más o menos libre para que corra el agua), y que junto al olivar haya una finca cercada por bloques y una gran explanada de hormigón, que se convirtió circunstancialmente en un gran embalse de agua, provocó que reventaran sus muros y viniera por el olivar millones de litros de agua hacia la urbanización.
El agua comenzó a entrar en la urbanización de un modo libre y salvaje, invadiendo al instante las parcelas de los vecinos más próximos al olivar, e inundando sus parcelas, sus viviendas y, sobre todo, sus sótanos. Algún vecino, recordando la Dana de Valencia, afortunadamente sin que hubieran víctimas mortales, vio como su sótano se inundaba hasta la altura del techo del mismo, dejando sumergido por completo su vehículo. Lo habitual ayer era la colaboración entre vecinos que acudíamos a alguna casa de los más afectados con escobas para sacar el agua que ocupaba cada una de las estancias de las viviendas. Las calles quedaron llenas de barro, y el runrún de los motores sacando agua, o achicando agua de los garajes era muy frecuente en cada calle de la urbanización.
La gente se volvió loca haciendo videos del estado de las calles, de cómo circulaba el agua por las mismas, de cuán inundado se encontraba cada rincón de la urbanización. En los videos se podía ver la altura que llegaba a alcanzar el agua en las calles, sobre todo cuando las imágenes proyectaban los coches estacionados y cuál era el nivel que alcanzaba el agua, unas veces por las ruedas, y otras a la altura de la mitad de la carrocería externa del vehículo. En momentos y lugares puntuales, estoy seguro que el agua alcanzó una altura de unos ochenta centímetros. Los vecinos, en el whatsapp por el que nos comunicamos, pedían ayuda, colgaban videos del estado interior de sus viviendas, y prometo que algunos impactaban por lo anegadas que estaban muchas de ellas.
En un momento determinado, mi esposa y yo nos asomamos a la puerta de la calle, vivimos en la parte más alta de la urbanización y el agua era de algo más de una cuarta, a punto estaba de pasar por debajo de las cancelas, cubría la calzada, la cuneta y la acera, ya digo, estaba justo en línea con la hoja de la cancela, a punto de rebasarla y empezar a inundar mi parcela. Recuerdo, sin saber lo que posteriormente supe, que hice el siguiente comentario a mi esposa: "Si estamos así, cómo deben estar los vecinos por las partes más bajas de la urbanización"... ¡Era inquietante!
Lo que posteriormente supe era que lo sucedido en la empresa colindante al olivar que es el terreno adyacente a la urbanización, se había llenado con millones de litros de agua y actuó como un embalse o presa, cuyos muros retuvieron el agua hasta que cedieron y dejaron salir esos millones de litros hacia la urbanización. Al ser tal cantidad de agua liberada repentinamente, el agua no solo bajó por los cauces habituales, nunca mejor dicho, sino que recorrió vías inesperadas y nuevas, que hicieron que en la cuarta fase se produjera una inundación importante, siendo la parte más alta de la urbanización. Esto fue debido a que al inundarse por completo el olivar, el agua buscase caminos diferentes, presionara los muros del cierre de las parcelas que colindan con el olivar, y al romper, a su vez, el muro de una parcela de la cuarta fase, que se encuentra sin edificación, miles de litros atravesaran esa parcela vacía y entrasen directamente en la vivienda que está justo enfrente, en la misma calle. Esa era también la razón de mi asombro, como dije antes, de que hubiera tanta agua en la puerta de mi casa, donde nunca, debido a la altura en la que nos encontramos, habíamos visto tanta masa líquida en otras alertas por lluvia.
Eso fue ayer, y hoy, bien distinto, tengo la intención de volver al concesionario, no sé si llamarlo así, pues están sucediendo cosas y desatenciones que no sé cómo interpretar, y no sé si se va a producir un tsunami con el asunto de esa moto que compré sin estar nada convencido, de la que quise desistir al día siguiente, y que me impidieron se consumara porque me dijo el dueño, la única vez que ha dado la cara, que no podía deshacerse la operación de compra porque ya la había mandado a matricular. Lo haría milagrosamente, porque tiempo real no había transcurrido para ello. Esta mañana voy firme al concesionario con la idea de extraer una conclusión, unas explicaciones claras y sin engaños de lo que sucede con la moto, así como de la falta de noticias sobre la misma, o de lo complicado que es que te llame el dueño o el jefe de taller de la marca.
Seguiremos...
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