Una vez más frente a mi
ordenador, en esta oportunidad de tratar de volcar algún pensamiento o
sentimiento, idea, convencimiento, etc., que me aborda porque ya estaba dentro
de mí o sencillamente se cobijaba temporalmente.
Una vez más disfrutando de la
escritura, disfrutando de la comunicación silenciosa en un momento para
reflexionar, para colaborar a darnos cuenta, para hacernos un poco más
conscientes del laberinto infernal en el que han convertido a esta sociedad.
Hay gente que ha tenido poderes
para hacerlo mejor, para legislar para todos, pero decidió en algún instante
hacerlo para el beneficio de unos pocos, es así como se ha levantado esta
sociedad de desigualdades e injusticias, que no de diferencias, pues estas
engrandecen los puntos de vista con su diversidad.
Otros llegaron y se encontraron
un camino marcado, una senda de corrupción y desigualdades delante suya, y por
pereza o comodidad prefirieron no tocar nada, no cambiar nada, continuar el
camino que les aseguraba una vida elitista, distanciada del pueblo, apartándoles
a lugares donde no se perciben las necesidades ni se oyen los gritos del
lamento de la ciudadanía.
Es así como algunos eligieron
como medio de comunicación las pantallas de plasma, de modo que evitaban la
interacción, las preguntas molestas, y sobre todo tener que dar explicaciones a
lo inexplicable. Algunos han sabido esconder la cabeza mientras daban hachazos
en todas direcciones, cargándose el Estado del bienestar, que disfrutaba este
país.
Una calidad de personas
mediocres, gobernantes de no se qué, que se han dejado arrastrar por los
mandatos de otros poderes externos a estas tierras, y por supuesto a nosotros,
buscando siempre la rentabilidad, los beneficios, las ganancias a costa de lo
que sea, dando igual que cayeran la educación, la sanidad o las personas, lo
que no se han olvidado es de proteger a
los bancos y a los grandes grupos empresariales.
Ellos, esa gente inmoral,
corrupta, que no conoce la ética en su proceder y está haciendo un daño
impresionante a las personas trabajadoras, decentes y humildes de este país.
Esa gente que es una minoría, afortunadamente, mantiene sometida a la mayoría de
este país, mientras nos atracan quedándose con nuestros derechos, provocando el
cierre de miles de empresas, dejándonos en la calle, sin empleos, a veces sin
ingresos, sin alegría y sin futuro. Nos están robando el futuro, están
hipotecando el resto de nuestra existencia con la deuda pública tan bestial que
han contraído, para rellenar los agujeros tan enormes que ha creado su fatal
política económica, la incompetencia de los economistas del Estado, que no
supieron prever, ni crear las condiciones de progreso para paliar la crisis, a
la que ellos tanto han ayudado.
Me revuelvo una y otra vez para
llegar al mismo punto de impotencia, no hallo el mecanismo que nos de la
posibilidad a los ciudadanos, que somos el verdadero, y debiéramos ser el único
poder de esta sociedad, si se quiere seguir llamando sociedad democrática, para
desbancar a los Gobiernos incompetentes.
El poder es de los ciudadanos,
porque somos los que contribuimos con nuestros impuestos, constituimos la sociedad y es nuestra, por
tanto cualquier cosa que nace de ella, es nuestra; no de unos pocos que se han
inventado la forma de sacarle jugo a lo que dentro de esta sucede. ¿Estamos
tontos o qué?
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