Puedo parecer un rojo, algunos
que me conocen han podido pensarlo alguna vez, pero en el fondo no me siento
clasificado, o sea, que ni rojo ni amarillo; me siento una persona cuyos
sentimientos me inclinan hacia el reparto de la felicidad, y ello conlleva reparto
de riqueza, equilibrio entre los miembros de la sociedad y pensamientos que
muchos califican de utópicos.
Lo que para mucho es inalcanzable
para mi es realizable, se que se puede conseguir pero que la sociedad no lo
pone en practica por que no le interesa, para mi la sociedad está cimentada
sobre una base de diferencia de clases, y si alguien no lo remedia, se
extinguirá siendo de la misma forma.
Soy de las personas que no
entiendo, como dicen muchos, que el que ha estudiado para conseguir una carrera
universitaria, tenga forzosamente que ganar más que un peón de la construcción.
Cada cual sabe hacer lo que el otro no sabe hacer y cada cual tiene que vivir,
comprar, comer, etc., y los garbanzos tienen el mismo precio para cada uno de
ellos. Es entonces cuando dicen algunos o muchos, que hay que ganar en función
de la responsabilidad que se tenga, y yo sigo sin entenderlo porque mi base es
otra, apunta hacia la unidad y la felicidad de todos.
Lo que realmente ocurre es que
los que ganan más quieren seguir haciéndolo, además que a muchos de ellos les
interesa la diferencia de clases, el elitismo, el ser admirados por los de
menor poder adquisitivo, y por tanto poder disfrutar de lo que otros no se
pueden permitir. Yo creo que esto le pasa a muchas de esas personas que no
entienden que no hay nada de malo en estar a la altura social de otros gremios,
que no pasa nada porque todos podamos tener las mismas cosas, ganar el mismo
dinero, ser felices del mismo modo.
Cuando se quiere a los demás uno
no se ve diferente, sino que se alegra de la evolución de todos, desea la
mejora de todos, se siente bien cuando los demás también lo están y es una pena
que no aprovechemos esta oportunidad, este ratito de vida que tenemos para
lograr otro proyecto humano diferente. La sociedad se debe permitir soñar, ser
un poco menos pragmática en lo económico y considerar el grado de satisfacción
de los ciudadanos. Ahí hay mucho por lo que trabajar, hay un océano por delante
para fijar objetivos diferentes en pos de la consecución de la felicidad
colectiva.
El fin último de la humanidad es
ser feliz y fomentar los valores de la buena convivencia, o sea, dominar el
arte de convivir para eso estamos relacionados los unos con los otros, para
aprender a tratarnos con respeto y con amor; esto es tan cursi para algunos,
tan impensable para otros o motivo de vergüenza o desconcierto para los más
incrédulos de lo que no es tan material.
Solo con el desprecio hacia los
demás se puede vivir ignorando al resto, solo así se puede ser rico sin compartir
con los más necesitados, solo de esta manera se puede seguir viviendo sin
plantearse unos nuevos objetivos que vayan en la dirección de la erradicación
de la miseria, y este debe ser el primer propósito de todos nosotros. No puedes
salir de tu casa, encumbrado, coger tu gran coche y ver la pobreza alrededor,
solo con el desprecio hacia el género humano se puede soportar esto, y no creo
que sea este el camino que nos lleve a ningún lugar interesante.
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