La ilusión de tomar fotografías,
de encuadrar, de buscar la composición y el momento deseado; experimentar con
la velocidad del obturador y la apertura del diafragma para conseguir esa
instantánea que pretendes; es algo que me produce placer, además de proporcionar
reposo al paseo.
Pasear en cualquier dirección,
mirar hacia todos los lados, tratando de encontrar el encuadre que me diga
algo, el juego de luces y sombras adecuado, jugar con el zoom, recortar el
plano por donde quiero, enfocar, disparar y comprobar si la toma se corresponde
con mis expectativas; es algo formidable, de lo que no me canso, dispararía sin
cesar, porque en cualquier lugar hallo un motivo que fotografiar.
Claro está que no todas las
fotografías son como desearía que fuesen, digamos que no todas tienen la
calidad, los contrastes, colores, luminosidad y nitidez, como para satisfacerme
al cien por cien, pero son pequeñas obras extraídas de la naturaleza, de la
ciudad, o de las reuniones de amigos y familias, que se convierten en recuerdos
inolvidables del momento. Los objetivos pueden ser de lo más dispar: mobiliario
urbano, vasos, botellas, plantas, flores, árboles, nubes, monumentos, puentes,
personas, animales, etc., cualquier cosa puede ser extraída de su contexto,
encuadrada y digitalizarse como forma de inmortalizarse.
Después, la fotografía, da la
oportunidad de celebrar veladas con amigos y familiares recordando aquellos
momentos tan entrañables. Hoy en día resulta muy fácil y cómodo ver fotografías
pues al trabajarse de forma digitalizada, se pueden grabar en diferentes
soportes magnéticos, que no ocupan espacio alguno y son capaces de contener
cientos o miles de fotografías, dependiendo del soporte. Las fotografías se
pueden visionar en marcos electrónicos, en las pantallas de los televisores, en
tablets o en los mismos ordenadores donde se han procesado.
El mundo de la fotografía me
apasiona, me encanta, me hace disfrutar y el tiempo transcurre sin que me
aperciba de él. No soy un fenómeno, evidentemente, pero me defiendo, la practico
cada vez que me muevo hacia algún sitio, no me importaría llevar siempre una
cámara conmigo, me da juego para gozar sin tener que hacer grandes cosas, ni
tener que complicarme la vida.
Es curioso como al cambiar de una
localización a otra, la tonalidad lumínica también es otra, y la selección de
parámetros que utilizas en un lugar no da el mismo resultado en el otro,
siempre me tengo que adaptar, tomando varias fotografías, comprobando los
resultados en la pantalla de la cámara. Solo así, soy capaz de comprender que
aunque mis ojos parecen ver una luminosidad acostumbrada, lo que me hace
seleccionar una velocidad y una apertura de diafragma determinadas, me engaña y
no consigo los resultados deseados en las primeras fotografías. Los que
trabajen en forma manual saben de que hablo, al menos a mi me sucede de esa
forma.
Por último quisiera indicar que
es un hobby económico, que una vez adquirida la cámara, solo tienes que andar o
viajar y disparar, no hay otro gasto añadido, ni siquiera de mantenimiento si
eres cuidadoso, la mantienes limpia y evitas darle golpes o verterle líquidos
encima. La compra tampoco debe ser un gran obstáculo, hay una gran variedad de
cámaras que dan una calidad más que suficiente, en muchos formatos y a precios
muy razonables.
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