Actos hermosos compartidos hacen
falta en las calles, en la red, en las reuniones de amigos, en los bares y
demás lugares públicos y privados. Lo fácil es criticar como estamos haciendo
casi todos y no es que falten motivos para hacerlo, pero se llega a sentir
hastío de la pugna.
Hace falta depositar rosas en las
aceras, regalar abrazos, besos, dispensar frases y palabras hermosas a las
personas. Hace falta colaborar con los demás, mirar a los ojos en un acto de
honestidad, hace falta que favorezcamos el sentimiento de amor y unión con los
demás.
Hace falta que nos agachemos para
acercarnos al cauce del rio, no para poner una piedra que pare el agua, sino
para impulsar con nuestras manos en el sentido y la dirección que lleva la corriente.
Hace falta que salgamos a la calle a acariciar el viento y a dejarnos abrazar
por los rayos del sol. Hace falta que vivamos confiando en las otras personas y
que cada cual logre vivir su propia transformación hacia el amor pleno y
compartido.
Otra vida es posible, refiriéndome
al modo de vivirla, pues la vida es lo que es sin interrupciones ni
interpretaciones, la vida es un código que a modo de programación se va
cumpliendo, sentencia tras sentencia, hasta perpetuarse no hay otro fin, siempre
es, somos nosotros los que dejamos esta existencia sin saber, por el momento,
qué ocurre tras ese instante.
Está en nuestras manos, tenemos
el poder de ser mejores, deberíamos aprender y deberíamos ser solidarios, deberíamos
solucionar las distancias que saben los que las producen, están pesando sobre
sus conciencias. Nunca es tarde para hacer un acto de amor por la humanidad y
es de esto de lo que estoy hablando, de actos de amor, tan necesarios en una
sociedad de personas con aparente vida individual, que formamos el colectivo de
la humanidad.
La humanidad es la clave de la
perpetuidad y es al mismo tiempo responsable de su fin, puede y debe cuidar de
sus actos en todos los ámbitos de la vida: familiares, profesionales, círculos
de amistades, vecinales, personales, etc., debemos ser lo más impecables
posible para no tocar el proceso vital natural. Debemos dejar de inmiscuirnos y
por tanto de alterar lo que es un acto de inteligencia contenida, o al mismo
tiempo, siendo energía, que hace posible que las células se desarrollen, se
multipliquen, formen órganos o bien siendo átomos formen compuestos, y que
estos o aquellas tengan misiones o cualidades concretas, que se diferencien de
otras, etc.
Hay algo misterioso, mágico, hay
energía inteligente que hace o desarrolla un proceso natural que debemos
respetar. Podríamos hacer campañas voluntarias de limpieza del medio terrestre,
aéreo y acuático; hace falta concienciación y respuesta para proteger y
preservar lo que es de todos, mejor dicho no es posesión de nadie, pero que nos
sirve de piso, de casa y como vehículo de aprendizaje, limpieza y medio para
oxigenar nuestras células. Es nuestra vida, por lo que deberíamos atenderle
más, hacer gestos hermosos con nuestro suelo, con las plantas y árboles, deberíamos
cuidar los vertidos a las aguas y al aire, es necesario hacerlo. Deberíamos
organizar acciones vecinales para cuidar el medio, a las personas y a los
animales, tenemos que desarrollar sentimientos amorosos hacia ellos y
comprender ese tesoro del que somos participes, que por estar tan
rutinariamente relacionados con él no atendemos como se merece.
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