Un sábado de invierno hermoso y
soleado es un día ideal para caminar, para viajar, para sentarse y contemplar,
para relajarse, para sentirse, para escucharse, para llegar a comprender, para
ser quienes somos, ¿verdad? Es un buen día para preguntarse, para leer, para
escribir, para dibujar o pintar, para descubrirse, para saber hacia dónde ir,
para conocer qué hacer, ¿no os parece?
Es un buen día para sentir el
pulso en nuestro corazón o en alguna otra parte de nuestro cuerpo, pues tal vez
nos hable alguna otra zona de nosotros, quizás tenga algo que decirnos algún
órgano, tal vez haya algo que liberar o alguna queja que oír. De cualquier
forma es sábado, no tenemos que prestar nuestro tiempo, hoy podemos sentir que
el tiempo nos pertenece más que otros días, puede parecernos que vivimos más
plenamente lo que se nos antoje porque, sencillamente, lo podemos dedicar a lo
que nos plazca.
¿Somos los mismos el sábado, el
domingo y los días festivos que el resto de los días de la semana? Creo que en
el fondo deberíamos ser los mismos ositos gruñones que el resto de la semana,
porque somos gruñones defensores de nuestras convicciones, comodidades y
placeres. Unos nos veremos más reflejados en una tendencia y otros se verán más
próximos a otras, es normal cuando todos somos diferentes y únicos, pero sucede
que hay dictados, normas que cumplir precisamente porque somos tan diferentes
los unos de los otros, al menos en cuanto a respuestas mentales que de no tener
reglas o normas, cada cual funcionaría, como vulgarmente se dice, a su p….
bola, ¿no creen?
Por tanto nos alejan nuestras
mentes, nos obligan a acercarnos las normas y, estas existen por la ausencia de
evolución interna pues considero que los seres evolucionados, que utilizan la
mente para cuando es necesario dar solución a un problema, pero que sin embargo
se mueven desde un elevado amor y nivel de conciencia, saben qué hacer y cómo
hacerlo del modo más correcto, por lo que se hace innecesario el decálogo de
normas y la cantidad de personas supervisoras del cumplimiento de las mismas.
Tenemos tanto que aprender de
nosotros mismos, tanto que ver para que se libere sin lucha sino estando
presente, viviéndolo de nuevo, pactando con nuestro inconsciente, no teniéndole
miedo, permitiendo que emerjan las viejas vivencias que vetamos en su día, que
no supimos vivir en su momento, que nos aterrorizaban airear o vivir, son en
muchos casos miedos infantiles, el niño asustado que sigue detrás de las
cortinas para no ver sin filtro lo que sucede o se piensa que pueda ser, pues
muchas veces serán fantasmas de nuestras mentes.
El fondo es el que es, el neto de
lo que somos con el único propósito de hacerse presente para hacer en nuestras
vidas lo que tenemos que hacer, por esto debemos prestarle más atención a
nuestro interior, donde ya está todo lo que podemos llegar a ser, pero nadie
nos habla de esto, no se nos educa en esto, en los colegios nadie habla de
esto, en casa los padres lo ignoran o estuvieron demasiado preocupados con
otros asuntos como para haber comprendido este extremo, en la iglesia repiten
como papagayos la palabra de Jesús, uno que fue en su día, pero del que casi
nadie ha llegado a comprender el sentido de su forma de vida y el desarrollo de
las potencialidades que tenemos todos los seres humanos. Estamos ciegos y
sordos por la ignorancia en esta materia, por tanto cada vez que podamos relajémonos,
sintámonos, preguntémonos y dejemos que vayan saliendo ideas en forma de
respuestas, tratemos de escucharnos, insistamos en estos espacios de
tranquilidad y dialogo con nosotros mismos, con nuestro interior, no con la
mente, no hablo de pensar y dar vueltas con la mente a unas ideas sino de
tratar estar con nosotros, con nuestro interior, dialogar con él y dejar que se
exprese a su manera, por tanto hemos de estar atentos, que no en tensión. FELIZ
SÁBADO A TODOS.
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