Un mundo mejor es posible a pesar
de que los ánimos están siendo achicharrados por los acontecimientos de la
actualidad. Estamos hartos de tanto despropósito, de tantas mentiras y
necesitamos una regeneración del sistema, entierro, celebración, nacimiento del
nuevo sistema y celebración del mismo.
Empezamos a estar muy cansados
mentalmente, físicamente y hasta comienza a lastrarse el alma de tanto desatino
y preocupación. Hay muchas teorías, todas muy preciosas, que resultan
complicadas de llevar a la práctica. Hay muchos cantos de sirenas, hay muchas
esperanzas celestiales, hay mucha expectativa, por parte de muchos, en los
juegos de azar, y en miles de ensoñaciones de cómo escapar de esta cárcel
psicológica y social.
Podemos, si queremos, hacer un
mundo mejor, vivir de otra forma, pensar o proyectar cosas diferentes,
establecernos en el bien, en la armonía, en el equilibrio, en el ser
consciente, es necesario e imprescindible alcanzarlo, serlo, vivirlo, desearlo
para instalarse allí. No podemos seguir fomentando la desconfianza, la derrota,
la rivalidad, la intolerancia, porque vamos a reventar.
Hay que hacer un buen uso de los
medios, de los recursos, de la inteligencia, de las capacidades y de los cargos
de poder. Hay que desear trabajar más y mejor para el beneficio colectivo, pero
no en el sentido privativo y condenatorio con el que se manifiestan algunos,
para conseguir la falsa competitividad de gente pobre al servicio del trabajo
que le quieran ofrecer, y en las pésimas condiciones que quieran darte; no
hablo de eso, sino de tener en cuenta más a los demás cuando desarrollamos
nuestro trabajo, mostrando respeto por los demás y considerando que todos
tenemos igual derecho a vivir dignamente, algo que no está ocurriendo en estos
tiempos.
Lo que hay y que han llamado
crisis, es falso, es ficticio, es imaginado, provocado, intencionado, como
punto de ruptura del bienestar que disfrutábamos, para que aquellos más
desaprensivos hagan su agosto, se vuelvan un poco más rico a pesar de que ello
provoque el empobrecimiento de muchos otros, al punto de que busquen los
alimentos en las basuras, se envenenen o mueran. El tema es satisfacer a los
que tienen la manteca, a los que untan a unos y otros para comprar sus voluntades,
a los que tras el telón están gobernando, convirtiendo a los políticos que
aparentan gobernar en títeres del guiñol llamado España.
Todo parece orquestado y al
servicio de los negocios oscuros, de la evasión de capitales a paraísos
fiscales, de la delincuencia, del no cumplimiento de las obligaciones, del
salto a piola de las leyes, del tráfico de influencia de todo tipo y niveles,
de los puestos digitales, de la mentira, de la violencia contra los ciudadanos
y ahora por último hasta pretendiendo maniatarnos y callarnos, en un acto
evidente de pasarse la constitución por el forro de los bajos fondos. ¡ESTAMOS
HARTOS, MUY HARTOS, EXAGERADAMENTE HARTOS!
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