Lo último que
se está moviendo en el panorama político-judicial son las conversaciones entre
los imputados de la Púnica. También se habla de la destitución de la Directora
de Minas de Andalucía por presunta prevaricación. Además, de la rebaja de
verano que le han aplicado a la fianza de la Infanta Cristina. Cómo han sacado
a Antonio Miguel Carmona del Ayuntamiento de Madrid o de cómo queda en nada la
chulería de Esperanza Aguirre con toda aquella parafernalia del estacionamiento
en el carril bus de la Gran Vía. Sin olvidar, cómo se van reduciendo las
posibles culpabilidades de quien fue Vicepresidente del Gobierno de Aznar y
Ministro de Economía, el Sr. Rato. También hay medidas de gracias como el
nombramiento de Embajador ante la OCDE, del que fue Ministro de educación, Sr.
Wert.
Pero hay
muchos asuntos que se dilatan en el tiempo mientras sus infractores continúan riéndose
de la justicia y de los españoles. Hay demasiados procesos judiciales que no
terminan de emitir su veredicto y tenemos a los presuntos culpables libres,
dando vueltas por las calles y atreviéndose a mirar a la cara a los honrados
ciudadanos. Pululan por ahí: Urdangarín, los Pujols, los de la Gurtel, los
tesoreros del PP, el PP mismo del que han dicho algunos jueces que se les
reconoce como una organización criminal o que ha pagado la reforma de la sede
con dinero negro o que se ha financiado ilegalmente. Los responsables de los EREs
de Andalucía y toda la trama de mangantes del dinero de los cursos de
formación, también en esta tierra. El ático del Sr. González y toda esa movida
rara del testaferro, que si lo había alquilado, pero que era suyo o que ya
nadie sabe quién ha puesto la pasta para comprarlo.
El caso es que
se remueve mucho la mierda, que se hace mucho ruido, pero como se suele decir: “mucho
ruido y pocas nueces”. Noticias sensacionalistas que alimentan el morbo de la
audiencia, pero poca o nula efectividad a la hora de condenar y obligar a
reponer los desperfectos. Como mucho a algunos de los autores materiales de
algunos casos de corrupción lo quitan unos meses del tráfico y lo recluyen para
que puedan estar todo el día jugando a las cartas o al dominó con reclusos
seleccionados para la ocasión. Los dineros ni aparecen ni se les exigen, se
encuentran en cuentas ocultas en paraísos fiscales en las Islas Caimán o vaya
usted a saber. Cuando recuperan la libertad, después del seudocastigo, corren
para seguir operando con los dineros negros, gastando billetes de quinientos
euros. Los que perdemos siempre somos los mismos, los que conformamos el
conjunto de la sociedad, que solemos ser saqueados por estos tipejos amigos del
poder y de los Gobiernos; muchas veces integrantes de los mismos a los que se
les aplican ciertos correctores cuando han sido muy descarados. A algunos se
les quita de sus puestos pero se les vuelve a dar otros, también, en la
Administración, cuando el que es corrupto ostentando un cargo público no
debiera ocupar nunca más un puesto en las Instituciones.
Los ciudadanos
de bien, seguimos a la espera de que la justicia tenga los medios necesarios
para poder juzgar fluidamente, sin presiones gubernamentales y sobretodo que el
que se atreva a robarnos a los ciudadanos, devuelva el dinero sustraído y cumpla
una condena ejemplar. Estamos a la espera de un Gobierno justo que establezca
un código penal a la altura de las circunstancias de la corrupción y perversión,
actuales.
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