Mientras hay colectivos sensibles
a la ludopatía poniendo el grito en el cielo por la cantidad de
establecimientos dedicados a las apuestas y demás juegos con dinero, la
Administración pública se dedica a recaudar tan ricamente. Que es un mal que
cada día afecta a más personas y muchos jóvenes entre ellas, pues la
Administración a lo suyo, a recaudar el porcentaje correspondiente de los
premios y las ganancias que se producen con el juego… no importa que enferméis,
¡hagan juego!
Es cierto que cada día hay más establecimientos
llenos de máquinas tragaperras, o son minicasinos o, bien, centros de apuestas, a veces, todo en uno. Los
podemos ver en casi todas las barriadas, son establecimientos cerrados a la
visión del viandante para que se preserve la intimidad del que se está dejando
el sueldo en algunas de las modalidades de juego del interior. Hay personas que
cobran y lo primero que hacen es ir a un salón de esos a tratar de doblar el
salario, pero lo que sucede es que el dinero para tirar un mes él y su familia,
lo deja en las puñeteras máquinas o lo apuesta en cualquier ridícula e inverosímil
competición. Eso sí, el distintivo del Estado español pidiendo prudencia al
tirar el dinero está presente.
Una vez más, tal como sucede con
el tabaco, el alcohol o los combustibles, fuentes de recaudación masiva, el
Estado antepone el dinero a la salud de las personas… se recauda demasiado en
impuestos por esos conceptos. En los presupuestos del Estado hace falta mucha
pasta para pagar los servicios públicos y el altísimo precio de la corrupción a
la que estamos sometidos desde el comienzo de la historia contemporánea. En
este país ha robado hasta el tonto del timo de la estampita, lo que ocurre es
que hemos sido todos los españoles los timados, los saqueados, los estafados,
por todos aquellos que hacían como que gobernaban, mientras sus empresas y sus
cuentas en paraísos fiscales crecían.
La calidad humana dónde está, ¿ha
habido alguna vez?, la ciudadanía debería sentirse maltratada a pesar de que la
vida haya mejorado con el paso del tiempo, lo cual pudiera parecer una
contradicción con lo que voy apuntando. Donde está lo mollar del asunto, y
donde pocos se detienen, es en cómo podríamos estar viviendo si todos los que
han tenido poder no hubieran metido la mano en la caja común. Si muchos de esos
o casi todos, no hubieran descapitalizado España, si no hubieran sido tan
corruptos, si le hubiéramos importado un poco más los españoles; probablemente hubiéramos
progresado hasta un nivel impensable.
Desde sus poltronas repiten:
hagan juego, que para cobrar y desvalijar, ya están ellos, y para seguir
ingresando en las cuentas del Estado, ya estamos todos los demás. Ni siquiera
los que más tienen pagan, creo que hacen una excepción con los grandes de
España, o sea, con los que más propiedades, latifundios de tierras y dinero
tienen. Esos, por la gracia autocrática de las leyes franquistas heredadas y
renovadas por la Monarquía española, con el visto bueno de los que han gobernado
en la mal llamada democracia y que tanto agachan la cabeza, están exentos de
pagar los impuestos que todos los demás estamos obligados a abonar anualmente o
semestralmente, según del impuesto de que se trate. Es una gracia de los de
arriba con los que le siguen, sin acordarse de la igualdad ante la justicia…
vamos, que es un despiste bien aprovechado durante años por los terratenientes
de renombres. Es que no ha habido ningún gobierno que haya tenido tiempo de
poner las cosas en su sitio, ni con los grandes de España, ni con el poder eclesiástico
y, después de ochenta años, seguimos con el paripé de trasladar los huesos del
dictador Franco. Spain is different…, of course.
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