Nos podemos ilusionar lo que queramos, que en mi
opinión, no estaremos más que engañados. No hay solución posible al sistema
impuesto de dirección de esta sociedad, ni existe ánimo, por el momento, de
cambiar, aunque éste haya sido el lema de muchos partidos en campaña electoral.
De momento con este preámbulo ya está todo
dicho. Con el material mental, moral y el escaso nivel de consciencia de los
seres humanos en la actualidad, no hay solución de mejora que se aparte de la
lucha de poder, de clases y del proceder egoísta que manifiestan todos los
dirigentes y aquellos que lo pretenden ser.
Para crear un sistema de gobierno, únicamente,
motivado por la mejora de las condiciones de vida de todos los seres humanos y el
progreso en todos los sentidos de los países, hay que ser un ser humano nuevo y
diferente al actual. No hay posibilidad de progreso cuando se odia tanto al
otro, cuando se está todo el tiempo y empleando todo el esfuerzo por derrocar
al otro, cuando solo se está tramando la forma de ser ellos los mejores sin
importarle en el lugar en el que puedan quedar los otros. Cuando se desee ganar
por encima de cualquier estatus moral, ético y humano, no habrá equidad, ni se
hará justicia y la corrupción nos perseguirá continuamente.
Mientras esta sociedad no sé dé cuenta que es
necesario que los integrantes cambien desde lo más profundo que son, no hay
nada que esperar que de verdad importe. Habrá maquillaje porque de alguna forma
habrá que apaciguar a la jauría humana, pero siempre estaremos siendo engañados
y distraídos, al tiempo que estarán operando a nuestras espaldas como siempre
han hecho. Para esos sinvergüenzas somos como niños pequeños a los que hay que
ocultarles la verdad, tal vez piensen que no seremos capaces de resistir el
conocimiento de las cosas como son, o bien, presienten que llegaría el punto en
el que la revuelta contra los golfos que gobiernan sería inevitable. El caso es
que no le veo solución a esta mentira con la que tenemos que convivir a diario.
Es un montaje bien dispuesto por unas leyes que
tienen una intención y una función, aparentemente, para ordenar la convivencia,
pero que van más allá, protegen ciertas formas de actuación de ciertos grupos
de poder. Esas leyes hechas por personas de la calaña que vengo describiendo:
indolentes con el prójimo, que no les tienen en cuenta, que no les respetan lo
suficiente, que no les aman por supuesto y que su bienestar no estuvo presente
cuando se hicieron las leyes, no pueden ser justas ni aseguran la igualdad, ni
nos protegen como debieran. Esas leyes tienen grietas a propósito para servir
de salvoconducto a los delincuentes de clase alta cuando se ven inmersos en
actos que están fuera de la ley, o que debieran estarlo a los ojos de todos los
ciudadanos menos de los que hicieron las leyes.
Por otro lado, es una verdadera lástima el
retraso ocasionado por esos malos y ruines dirigentes que tenemos y hemos
tenido, pues si no fuera por ellos y el escaso nivel humano que tienen y han
tenido, quién sabe dónde estaríamos como sociedad. Si no se hubieran despilfarrados
miles de millones a lo largo de la historia, seguramente sería más acertado
hablar de billones de pesetas, antes, y euros ahora, nadie nos puede decir qué
hubiera sucedido, qué tipo de sociedad tendríamos, cuál sería el progreso que hubiéramos
experimentado si cada moneda recaudada se hubiera destinado a aquello para lo
que se debió recaudar, y no para lo que han sido empleadas muchos miles de
millones de esas monedas. Se ha robado continuamente a las arcas públicas,
llevamos toda la vida pagando tres por lo que cuesta uno, en todas las
adjudicaciones ha sucedido esto porque había tratos a espalda de la ciudadanía
que nada tenían que ver con nuestro bienestar sino con los deseos de poder de
ciertos dirigentes. Y no les ha importado regalar nuestro dinero, pagando el
doble y el triple del costo de cada adjudicación pública. Esa ha sido la forma
más continuada de saqueo a la que nos han sometido, con tal de tener una fuente
de financiación extra al margen de lo que la ley contemplaba, su ley, la que
han apañado para que cuando fueran descubiertos, existiera el mecanismo de
retrasar los procesos y las instrucciones judiciales hasta que fueran
prescribiendo los delitos.
Si somos gobernados por sinvergüenzas y golfos,
tenemos una sociedad en la que el ancho del embudo es para los sinvergüenzas y
los golfos. Esto ha sido bien patente a lo largo de la historia de España,
donde es posible la subvención millonaria de por vida de toda una familia por
descendencia genética. La ley ha sido, según publicitan, igual para todos,
menos para los monarcas, que son ciudadanos diferentes a los que por temas
particulares, aunque infrinjan la ley no se les puede juzgar. Ellos escapan a
la ley que debía ser igual para todos los españoles, o ellos no son españoles,
o ellos cuentan con no sé qué bula, que les libra de ser condenados cuando
cometan delitos. A pesar de ello, en sus discursos siguen diciendo que todos
somos iguales ante la ley, lo dicen así, lo decía el padre, ahora también el
hijo, y se quedan tan panchos. Cuando la mentira fluye, como se ve, desde las
más altas esferas, podemos decir que todo es mentira, lo que vengo diciendo.
¿Qué propongo?, me reto con la pregunta porque
alguna forma tiene que existir para salir de esta mediocridad social, moral,
ética y humana. Desde mi punto de vista la hay, si no, no me atrevería a exponerme
a patinar de un modo tan deliberado. Pienso que es imprescindible incluir en el
sistema educativo una asignatura que nos ayude desde pequeños a despertar, a
conocernos como personas, a descubrir que la verdadera felicidad y todo lo que
necesitamos para sentirnos bien está en el interior de cada uno de nosotros.
Cuando se avanza hacia el interior, emergen valores impensables, se expande la
conciencia y la consciencia, tienen cabida los demás, se respeta la vida de los
demás, importa lo que le suceda a los demás, se desea el bien de los demás, se
es incapaz de quitar la vida a los demás, se arregla toda la miseria actual.
Desde mi punto de vista, es la única manera de que las personas cambien de
verdad, fomentando la vida interior, acercándonos a quienes somos realmente al
margen del personaje que cada cual está representando en sociedad. ¿Y cuál
sería esa asignatura?, una en la que su tiempo se dedicara a respirar, a
relajarnos, a meditar, a concentrarnos, a practicar disciplinas como la danza,
el yoga, el taichí, y todas las que hay para hacernos más conscientes cada día.
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