VOX acaba de entrar en el
despacho de la Asamblea de Madrid y lo primero que hace es cambiar un cuadro en
el que se leía “Todos somos iguales ante
la ley”, por otro con la fotografía del ciudadano Felipe, como si no
hubiera espacio en la pared para colgar a ambos. De nuevo estamos ante un gesto
de quitar lo que hay para poner esto otro o, lo de antes no vale sino esto
nuevo, pero sin pararse ni un segundo a valorar si aquello es bueno, bonito o
justo para la sociedad.
Yo diría que la forma prepotente
de ocupar despacho ha sido como la entrada triunfal, dando coces hacia todos
lados, del consabido elefante en una cacharrería. ¡Había ganas de llegar!,
¡había ganas de ocupar un lugar en la vida política de este país!, hay ganas de
chupar del bote, hay ganas de polemizar y hay ganas de anular el sentido
democrático que protege al pueblo; en definitiva, ha habido ganas de anular ese
“Todos somos iguales ante la ley”,
que para hacerlo posible ha llegado VOX.
Hablamos de gesto, es eso solo un
gesto, pero es que los gestos dicen mucho, hablan por sí solos y hay que ser muy
prudentes para que no se den cuenta de qué van algunos. No quiero que volvamos
a la dictadura, no deseo que nos manden por cojones y nos hagan pasar por el
ojo de la aguja quepamos o no. No quiero más represión para la ciudadanía, mientras
los que dirigen se ponen las botas a nuestra costa. Despostas, prepotentes y
sinvergüenzas es de lo que sobra en este país en las clases elevadas y de
poder. Por supuesto, también hay cantidad de gente de clases menos elevadas que
gozan de una ineducación impresionante, que no dan el nivel ni por asomo,
pensamos demasiado poco en los demás, respetamos poco, no tenemos presente el
bienestar de los demás y somos demasiado egoístas.
Por todo ello, no necesitamos más
de lo mismo, requerimos gente válida, gente que defienda lo que necesita la
ciudadanía, la realeza ya tiene demasiados defensores haciendo de felpudos para
que aquella pueda mantener limpias las suelas de su calzado. Hay demasiados
come culos, temerosos que parecen estar recibiendo cada día caricias del amo,
porque de otro modo no se entiende la postura que mantienen. En democracia es
importante que todos seamos iguales ante la ley, mucho más que tener rey, de
hecho hay cantidad de países sin monarquía, pero que gozan de democracia,
bueno, de esta democracia que nos han dado a entender como democracia
auténtica, aunque solo se trate de un símil parecido. Hay más libertad, es
indudable, pero no es una democracia total, el poder es de los que gobiernan
que muchas veces desatienden las peticiones del pueblo. El pueblo no manda,
ellos dicen representarnos, pero aquí se hace lo que convenga al círculo de
empresarios y de banqueros, que son los que dirigen el sentido de las políticas
de los gobiernos.
¿Cómo se hace eso?, se
preguntarán, pues presionando, comprando a sus miembros con las puertas
giratorias, soltando guita en negro, chantajeando con dejar a miles de personas
en el paro, etc. O tragan, o les arruinan las cifras estadísticas que nos
venden como un éxito. O tragan, o se quedan sin sillones en los consejos de
administración de las grandes empresas, muchas de ellas antes eran públicas,
pero como eran tan rentables, se privatizaron, se regalaron para que se
pusieran asquerosamente ricos una partida de enchufados y amigos de los
gobernantes. Esta forma de dar golpes de Estado, hundiendo la economía y los
recursos de un país, pocos la critican y nadie las denuncia, o lleva a
tribunales esos casos para que sean condenados los artífices de ese
descuartizamiento de lo público.
Que lleguen nuevos partidos no
significa nada en esta manera de considerar la democracia, diferente sería si
tuvieran cabida todas las ideas, todas las tendencias y no solo las que
propongan lo que son más, aunque sean peores ideas. Tenemos una democracia que
adolece de representación plural, es una democracia que disecciona e invalida
una parte de la opinión de una buena parte de la ciudadanía. La búsqueda de
todos los políticos, su sueño dorado es la dictadura velada de democracia,
todos pugnan con uñas y dientes por las mayorías absolutas, ¿a qué se parece
eso?, ¡respondan! El chiringuito hay que desmontarlo y la mejor manera es
haciendo de la política una función vocacional y voluntaria, sin dineros por en
medio, que todos los que deseen hacer algo por el país presten un poco de su
tiempo para ayudar a conseguir un país mejor. Ya veríamos cuántos servidores
públicos son de verdad y cuántos mantenemos para que hagan de la política su
negocio.
Hay mucha gente que piensa que
eso es imposible, pero lo dicen porque solo creen en malas personas, de ahí que
hayan dicho que los políticos están mal pagados y justifican por ello que nos
roben. El que roba es porque tiene la condición de ser un oportunista y la
educación de un delincuente. Debemos poner el punto de mira un poco más arriba,
porque el ser humano puede ser mucho mejor si lo pretende. Hay que exigir
honestidad, respeto, consideración, solidaridad y amor a nuestros semejantes.
La solución no son más partidos, porque cada partido representa una forma de
fragmentación. La solución tampoco está en más elecciones, porque ni la ley
electoral ni los mecanismos empleados son democráticos y justos. La solución
está, como han dicho algunos presidentes americanos, en cuestionarse: ¿Qué
puedes hacer por tu país, qué estás dispuesto a hacer por él, por toda la gente
de tu país?, y eso se puede hacer perfectamente prestando parte de tu tiempo,
no viviendo a costa de los demás con privilegios exclusivos y llevándotelo calentito.
Tienes que vivir de tu trabajo, hay que poner fin al sistema que fomenta el
parasitismo.
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