Imagen: fragmentosdederechoadministrativo.wordpress.com
Ya que se nos
ha venido encima esta desgraciada pandemia, quizás es el momento adecuado para
dejar de pelear con empresarios y no tener que verse chantajeado por estos. En
algún momento, por sentido común, la Administración pública, que somos todos,
no ningún ente independiente o aparte del colectivo social, de la ciudadanía
española, tiene que jugar sus cartas en favor de la población. Es el momento
para hacerse cargo de las pequeñas empresas que no puedan seguir adelante para
dar empleo a ciudadanos que lo necesiten y estén en el paro. Control por
cámaras de video vigilancia de cajas y entorno de trabajo para llevar el
control del volumen de negocio que se produce, por tanto, es como si el pequeño
negocio lo llevase un autónomo, pero en su lugar lo lleva un empleado.
Ya algunos,
como siempre, habréis empezado a etiquetar la situación, algunos estaréis
calificando la propuesta de comunista, algunos tienen esa facilidad de no
pensar por sí mismos sino que, constantemente, ven fantasma por todos lados; o
sea, que tienen que echar mano de algo conocido o anterior con lo que haya
coincidencias. A mí personalmente me da igual lo que piensen y cómo lo
califiquen, yo no propongo desde una ideología sino desde un sentir y un
sentido común… el mío. Que eso coincide o se acerca a tal o cual modelo
anterior, sepa que es solo pura coincidencia. Solo quiero que lo que es
nuestro, que el dinero que ponemos entre todos, sea utilizado para asegurar el
bien de todos, no para que algunos hagan sus negocios particulares, no para que
algunos exploten a otros y se hagan ricos ellos. Para mí, el ideal sería, como
he expuesto otras veces, un cambio radical y necesario hacia una sociedad sin
dinero y donde todos arrimemos el hombro colaborando con el sistema, para
obtener todo lo que sensatamente se necesita para vivir bien, y sin dejar a
nadie detrás. Esa sociedad es totalmente posible en cuanto los señores de las
leyes, los señores políticos, comenzaran a trabajar para la ciudadanía y no
para un colectivo minoritario que de alguna forma los tienen comprados.
El momento es
ideal para hacer algo diferente en favor de la ciudadanía, no siempre la
solución es que España sea avalista de los dineros que disfruten otros, pues entre
las causas por las que se les dan los dineros, también hay otras que se pierden
al control del mismo, todos los empresarios saben jugar a esconder beneficios,
todos lo hacen, en todas las empresas hay contabilidad A y contabilidad B.
Todas la empresas acomodan facturas, por no llamarlo estafa, acuerdan con
proveedores fórmulas para engañar al fisco, eso lo sabemos todos, hasta
Hacienda lo sabe, pero hay una flexibilidad en el asunto por el miedo que
siempre muestran los Gobiernos de que cierren los empresarios sus empresas y
dejen a la gente en la calle, que es lo primero que esgrimen cuando los
políticos hacen ademanes de trazar líneas que van una dirección que no gusta a
los empresarios. Justo esos momentos son los más propicios para expropiar las
industrias, ley que debiera de existir con anterioridad, para que la acción de
nacionalizar llegue a ser efectiva. En el país hay cantidad de empresarios que
no cumplen las leyes, que estafan los resultados de sus ejercicios contables,
que pagan mucho menos de lo que debieran en comparación con el resto de la
población, nadie les dice nada, y siguen al frente de sus empresas.
Es mejor,
mucho mejor, la sociedad que ronda mi cabeza, esa forma de relacionarnos sin
dinero, porque acaba con toda la marrullería de algunos, con los deseos de
robar de otros, con la competencia, con la explotación, con el desempleo,
puesto que todos podemos colaborar con el sistema (trabajar), ya que a nadie le
cuesta la seguridad social, ni una nómina, ya no hay dinero que desembolsar…
¡ya no hay dinero! Todos tendríamos una tarjeta magnética que acreditara
nuestra colaboración con el sistema, que al trabajar todos, trabajaríamos mucho
menos tiempo. Cada uno seguiría haciendo lo que hace hoy en día, los trabajos
más duros, tendrían mayor refuerzo para hacerlo mucho menos tiempo. Se seguiría
fabricando como hoy, pero sin necesidad de tan variada producción, se podrían
unificar los modelos, y estos tendrían siempre la tecnología más puntera. Las
personas adquieren lo que necesiten presentando su tarjeta personal en los
comercios, como compensación por su aportación con el sistema… ¡sería
maravillosa!, ¡una sociedad de otro nivel!, de esto es de lo que tenemos que
darnos cuenta.
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