Imagen: www.consalud.es
Parece que
comprar material sanitario en las fechas que vivimos y con la epidemia que
tenemos encima, es como estar en una subasta en la que en cada instante suben
los precios dependiendo de la demanda… ¡es una auténtica vergüenza criminal!
Las industrias sabiendo de la necesidad urgente de adquirir y servir ese tipo
de material de protección de la vida de los sanitarios, suben y suben los
precios, o venden sin ningún respeto a las condiciones pactadas… llega uno con
la pasta, pues tuya es la mercancía y el precio ahora es este. Hay muchas
maneras de ser un salvaje, en el uso más peyorativo del término, y este
aprovechamiento hasta las últimas consecuencias para lograr las mayores
ganancias del mal que padecen todas las poblaciones del globo, es uno de ellos.
¡Hay que ver lo mafioso que se convierte el hombre a la primera de cambio!
Visto este
proceder de la industria mundial, ya me dirán si no es para que nuestro
gobierno decidiera la implantación de una gran industria pública dedicada
exclusivamente a la fabricación de materiales esenciales para la protección de
la salud de los ciudadanos y el personal sanitario, empleados de centros de
salud, hospitales, etc. Muchas industrias han sido capaces en tiempo record de
reconvertir su actividad hacia la fabricación de trajes de protección,
mascarillas, incluso respiradores, algo que no debe ser tan complicado cuando
han difundido los medios que empresas fabricantes de automóviles comenzaron a
producir respiradores, también cualquier otra empresa que poseía un tipo
determinado de impresora 3D.
Esto no puede
volver a suceder, no podemos volver a caer en manos de los usureros del
comercio de mercancía esencial o de primera necesidad, debemos fabricarla desde
el ámbito público para estar preparados en el futuro, pero no para lanzar y
aupar a una buena industria y dentro de unos años ponerla en manos de ciertos
amigos de los políticos, como ha sucedido en el pasado. Hay ciertos sectores
que nunca se debieron privatizar, como sucedió con la electricidad, la
telefonía o al abastecimiento de agua y gas. Por ello, el gobierno se ve
comprometido a rebajarse y suplicar que no corten el suministro a los
ciudadanos que en tiempos de crisis no pueden abonar sus facturas. Algo que
como vemos, sucede cada vez con más frecuencia o, al menos, con menos tiempo de
separación entre una y otra caída económica.
La connivencia
con el empresario debe tener fecha de caducidad, hace años que se les ha dado
el papel de protagonista laboral esencial, en cuanto a ser dueño y señor del
empleo, pero ha sido insuficiente para acabar con el desempleo y lo será
siempre, puesto que juegan con el número de aquellos para valerse de imponer
condiciones de trabajo más denigrantes. Y cuando es el gobierno el que les
impone salarios o ciertas normas a cumplir por el empresariado, se cabrean,
amenazan con despedir a miles de trabajadores, lo chantajean, nos chantajean a
todos de alguna forma, y encima cuando sus productos más se necesitan, duplican
sus precios sin miramiento alguno.
Debemos dar un
paso más hacia la autosuficiencia, solo un Estado autosuficiente será soberano
y más libre por tanto.
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