“De oca en oca
y tiro porque me toca”, esta era la famosa frase que repetíamos cuando éramos
niños y niñas, y jugábamos al infantil juego de mesa. Ahora somos mayores, pero
seguimos con el mismo mantra: “De caso de corrupción a caso de corrupción y nos
siguen tomando el pelo”. Un día nos levantamos con los papeles de Bárcenas, la
corrupción de los tesoreros del PP, los EREs de Andalucía, la formación en la
misma Andalucía, la Gürtell, la Púnica, el Pago en negro de la reforma de la
sede del PP, las comisiones de tal o cual político, la financiación ilegal de
tal o cual partido, el pitufeo, la naranja valenciana podrida…, y ahora los
papeles de Panamá. Las mentes de muchos se deshacen en avaricia e insolidaridad,
es una ambición desmedida, tramposa, ilegal y traicionera. Da igual la
tendencia que tengan, la cultura que tengan, sus creencias religiosas, etc.,
siempre actúan del mismo modo…, delictivamente, porque esa gente que mueve
dineros sin declarar al fisco de su país, son auténticos golfos y auténticas
golfas, que hay que dar para los dos géneros, no se nos vayan a molestar ni los
unos ni las otras.
¡Qué
casualidad que Pilar Borbón tuviera una empresa pantalla abierta en Panamá, que
durara, justamente, el reinado de su hermano Juan Carlos I! ¡Qué fácil es
llegar a pensar que, presuntamente, el Monarca a través de esta empresa
pantalla, presidida por su hermana, evadiera capitales, blanqueara o desviara
comisiones de negocios turbios con otros países con los que se ha relacionado y
mantenía amistad! Si la principal institución representativa del sentimiento
patrio nos hacía esto, ¿qué no nos habrán hecho todos los que les seguían y
demás escalafones inferiores, que se hayan visto con un poco de libertad, poder
y dineros en las manos?
Es más que
frecuente, que la gente con dinero traten de engañar al fisco, no se retratan
en Hacienda como lo hacemos el resto de los ciudadanos. Ellos maquinan y se
dejan aconsejar por aquellos que les saben buscar las espaldas a Hacienda. Esos
trajeados de pelos engominados, al menos este era el estilo de hace unos años,
con pulsera de tela roja y amarilla anudada en sus muñecas, o con la bandera
española pegada en el cierre de su reloj de pulsera, hacen una exhibición de
falsos patriotas, pues su deporte nacional es el delito fiscal. Como saben que
tarde o temprano vendrá la amnistía de turno, el indulto si son condenados, o
la condena menor de dos años que le impedirán ingresar en prisión, pues no se
preocupan de seguir fuera de la ley. No hay castigo ejemplar para esos
indeseables, que colaboran con el empobrecimiento de su país. El objetivo de
ellos es burlar a Hacienda tanto como puedan, no pagar impuestos o pagar lo
mínimo, cuando están generando de un modo fraudulento millones, o miles de
millones de dólares, euros, etc.
Hacienda ya se
ha puesto manos a la obra, ya veremos qué resulta de todo esto, pues cuando se
vayan tropezando con nombres y apellidos insignes, ¿los protegerán como en
otras ocasiones?, ¿mirarán hacia otro lado?, ¿los amnistiarán? Lamentablemente,
tengo que hacer uso de una desconfianza casi total, cuando debería confiar
plenamente en el sistema legal y en las Instituciones españolas, pero es que no
puedo hacerlo, no me sale de dentro. He visto tantas injusticias: facturas
falsas que la misma Hacienda, sabiéndolo, las acepta como buenas para que el
fraude fiscal de la Infanta Cristina no superase los ciento veinte mil euros,
tope fijado por Hacienda con el que no se puede eludir la cárcel. El fiscal
Horrach que se convierte en abogado defensor de la Infanta, socia del cincuenta
por ciento de una sociedad, que se ha llevado calentito millones de euros de
los españoles. La lista Falciani que revela cantidad de nombre de defraudadores
con cuenta en Suiza, que no se persiguen sino que se les hace una amnistía a
medida para que puedan regularizar ciertas cantidades de dinero, pagando menos
impuestos que los honrados ciudadanos que pagamos en fecha y en forma. Está
claro, que si al mando de Instituciones tenemos a sinvergüenzas, entre ellos se
amparan, se dan cobertura, y no hay castigo que valga para los infractores.
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