Hace algún
tiempo presentaron el coche de Google, aquel que no necesita ser conducido y te
lleva, tranquilamente, a dónde le hayas dicho que quieres ir. Ahora, otra
empresa ha presentado un microbús que, igualmente, funciona sin la necesidad de
que nadie lo conduzca. Estos pequeños ejemplos nos demuestran que hoy en día
hay tecnología suficiente para que las cosas fueran distintas, pero cualquier
adelanto ha de luchar contra el sistema. Posiblemente, si todos los vehículos
lo hicieran todo ellos, y con toda la seguridad de que seamos capaces de
imaginar, nadie tendría que sacarse el carnet de conducir, ¡adiós autoescuelas,
adiós!, ¡adiós compañías de seguro, adiós!
Debemos estar
preparados si pretendemos hacer un óptimo aprovechamiento de la investigación,
pues todo tiende a la automatización, lo que supone una sustitución de la mano
de obra de las personas por la implantación de máquinas que hagan lo que hasta
ahora vienen haciendo los humanos. Esto lo vemos en las fábricas
principalmente, donde las plantillas han descendido al tiempo que han entrado
otro tipo de máquinas más inteligentes, más eficientes y, por tanto, con mayor
rendimiento productivo. Además, pueden trabajar las veinticuatro horas del día,
no piden vacaciones, no enferman si se someten a un buen mantenimiento
preventivo, y cuando se amortizan no cobran salario, ni se paga seguridad
social por ellas. Todo son ventajas para el empresario, que tampoco tiene que
discutir nada con ellas, ni le plantean subidas, recortes horarios, conciliación
familiar, negociar un convenio, etc.
Con todo ello,
lo que vengo dibujando es un panorama diferente al que ha venido siendo el
normal desde hace cien años. El cambio se va produciendo poco a poco, lentamente,
pero afecta a todas las empresas en mayor o menor medida. Las plantillas de
hace años se han visto reducidas en todas las empresas, porque las máquinas
facilitan el trabajo, lo suelen hacer más rápido, y en muchas ocasiones con una
terminación imposible para el humano. Las máquinas son buenas aunque nos dejen
sin trabajo, solo que esto nos quiere decir algo, que el sistema ha de ser
diferente y que si el género humano fuera inteligente, nada egoísta y nada
avaro, aprovecharía el trabajo de las máquinas para obtener más tiempo libre
disponible para todos, y beneficios mejor redistribuido para todos. O sea, que
crearíamos una nueva sociedad más equilibrada y menos basada en los dineros, en
la que incrementáramos la convivencia, el amor y la felicidad. Ya sé que esto
parece un sueño para muchos que no son capaces de imaginarlo, ¿por qué otros sí
podemos hacerlo?, ¿por qué otros creemos que se puede vivir de otra forma?
Estoy convencido de que una sociedad diferente es totalmente posible, y las
máquinas, ya que es el tema que me ocupa hoy, no son nuestras enemigas; tampoco
lo son los avances tecnológicos, muy al contrario, nos ayudan a fabricar con
mayor calidad y perfección, así como a obtener mayor producción, y eso no es
malo.
Hasta que cada
uno de nosotros no sienta a la humanidad como responsabilidad suya, a la que no
se puede abandonar, dejar morir en la miseria, de hambre o por acción del
terrorismo o las guerras; nada de lo que hagamos tendrá un verdadero sentido,
ni arrojara los frutos que son de esperar de seres inteligentes. La mente de cada
uno de nosotros ha de ir parando y amansándose en la lucha a la que nos ha
abocado esta sociedad egoísta, que actúa a través del miedo, la explotación y
la represión.
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